1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago
y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. 2 Allí se
transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus
vestiduras se volvieron blancas como la luz. 3 De pronto se les aparecieron
Moisés y Elías, hablando con Jesús. 4 Pedro dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien
estamos aquí! Si quieres, levantemos aquí mismo tres carpas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías». 5 Todavía estaba hablando, cuando una nube
luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube:
«Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección:
escúchenlo». 6 Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra,
llenos de temor. 7 Jesús se acercó a ellos, y tocándolos, les dijo:
«Levántense, no tengan miedo». 8 Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más
que a Jesús solo. 9 Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a
nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los
muertos». (Mateo 17,1-9).
Introducción
La sección litúrgica consta de una parte de la
perícopa bíblica de Mt 17,1-13. Es una lástima que no incorpore los vv.10-13 porque
la perícopa completa nos da una mejor comprensión del diálogo entre Jesús y los
discípulos, quedando más clara la relación "gloria del Hijo de Dios - pasión
del Hijo del hombre" en Jesucristo, en una perspectiva teológica.
10 Entonces los discípulos le preguntaron: «¿Por
qué dicen los escribas que primero debe venir Elías?». 11 El respondió: «Sí,
Elías debe venir a poner en orden todas las cosas; 12 pero les aseguro que
Elías ya ha venido, y no lo han reconocido, sino que hicieron con él lo que
quisieron. Y también harán padecer al Hijo del hombre». 13 Los discípulos
comprendieron entonces que Jesús se refería a Juan el Bautista. (Mateo 17,10-13).
La perícopa forma parte del texto sobre las
experiencias de los discípulos en relación a los dos anuncios de la pasión del
Señor (Mt 16,21-17,27). La fuente de la que bebe Mateo es Mc 9,2-13.[1]
Las dificultades más notorias en la interpretación
de la sección y de la perícopa está en algunos olvidos o faltas de atención
sobre contenidos importantes:
·
La pasión del Hijo del hombre (v.12)
·
La resurrección del Hijo del hombre (v.9)
·
Que se trata de una visión (v.9)
Además, el agregado de elementos ajenos al texto
como si le pertenecieran:
·
Al monte se le llama "Tabor" aunque
ningún Evangelio mencione su nombre,[2]
esto le agrega "pimienta" a la interpretación, la hace más "colorida",
con más "vivacidad dramática", pero olvidamos que el monte en este
caso es un lugar simbólico para Mateo y por tanto olvidamos que se trata de una
visión infundida por Dios.
Todos estos problemas gruesos hacen que se pierda
de vista la relación expuesta por Mateo entre "la gloria del Hijo de Dios
y la pasión del Hijo del hombre" corriendo el riesgo de caer en
interpretaciones maravillosistas, triunfalistas, en donde Jesús es solamente
Dios, cayendo en una lamentable herejía al insinuar, incoherentemente, que
Jesús fingió ser humano en su vida pública y mostró que es Dios y solo Dios en
el monte, que luego pidió silencio y volvió a fingir ser humano. Por ende, se
cae en una posible blasfemia al insinuar que Jesús es un engañador. De
cualquier manera, la interpretación de la perícopa es difícil por el carácter
polifacético de la misma al tratarse de una visión, una experiencia mística.
Mapa o estructura de la perícopa (17,1-13)
En una primera mirada encontramos en la perícopa:
1) Relato de visión de la transfiguración del Hijo
de Dios (vv.1-8)
2) Diálogo entre Jesús y los discípulos sobre la
pasión del Hijo del hombre (vv.9-13)
En una segunda mirada:
A) Subida al monte (v.1)
B) Transfiguración de Jesús y aparición de Moisés y
Elías (v.2-3)
C)
Reacción de Pedro ante la visión y solicitud de levantar 3 carpas (v.4)
D)
La voz del Padre en el centro de la experiencia (v.5)
C´)
Reacción de los discípulos ante la audición e invitación de Jesús a levantarse (v.6-7)
B')
Jesús está solo, sin Moisés y Elías (v.8)
A') Bajada del monte y solicitud de silencio hasta
la resurrección (v.9)
a) Pregunta de los discípulos por la expectativa
judía en el retorno de Elías (v.10)
b) Respuesta de Jesús (v.11-12):
·
Respuesta bíblica de Jesús (v.11)[3]
·
Interpretación (actualización) de Jesús sobre
"Elías" (v.12ab)
·
Jesús añade la pasión del Hijo del hombre (v.12c)
c) Conclusión: Elías es Juan el Bautista
(v.13)
Según nuestro mapa, Mateo ha puesto la voz del
Padre en el centro de la sección litúrgica (vv.1-9). Esto es novedoso, ya que
ni Marcos (9,2-8), ni Lucas (9,28-36) narran de esa manera, sino que la voz del
Padre es el final de la experiencia.
"La voz del
cielo atestigua que éste es el Hijo, el amado, aquel en quien se complace el
Padre y a quien debemos obedecer, a quien debemos escuchar:
"Escuchadle". El mismo, garante de tales maestros, había confirmado
con su ejemplo que el que se niegue a sí mismo, cargue su cruz, muriendo el
cuerpo, se haría merecedor a la gloria del Reino Celestial".[4]
¿Qué es transfiguración?
Transfiguración es un cambio de forma o de apariencia de forma. La versión argentina "se transfiguró" no
llega a expresar quien realiza la acción, pareciera que es Jesús quien lo hace
por sí mismo. Pero se pone de relieve en la voz pasiva que es Dios (el Padre)
quien realiza la acción de transfigurar: "fue transfigurado": metemorfothen. Esto es importante porque
Mateo viene presentando a Jesús como el obediente a Dios, por tanto es bueno no
romper esta coherencia. La liturgia ha intuido bellamente el contraste entre la
tentación superada por Jesús de 4,8-10 (I Domingo de Cuaresma) y la transfiguración
en el monte de 17,1-9 (II Domingo de Cuaresma): Jesús rechaza la entronización
que le ofrece el diablo en la montaña, pero sí acepta la entronización que le
ofrece el Padre en el monte (cf. Mt 17,5; Salmo 2,7-8).
Básicamente referenciaremos el elenco más
importante. Estas evocaciones nos dan una buena perspectiva de las diversas
interpretaciones sobre la perícopa que pueden sustentarse bíblicamente,
especialmente la 1) y la 2), también la 4).
1) "El relato de
la transfiguración evoca la tradición
del Éxodo y, sobre todo, a Moisés.
Éste sube al monte Sinaí con Aarón, Nadab y Abihú. El monte queda
envuelto en una nube. Al séptimo día lo llama Dios desde la nube (Ex
24,1.9.15-17). También evoca al profeta Moisés la invitación "a él
escúchenlo", al final de la voz celestial (Cf. Dt 18,15). Cuando Moisés
bajaba del Sinaí, tenía la cara radiante (Ex 34,29-35), también él experimentó
una especie de transfiguración".[6]
2) "El relato de Mateo evoca una entronización (...) cuando recordamos el Sal 2, 7, que subyace
en la voz de Dios v.5, salmo que procede del ritual de entronización de los
reyes de Jerusalén y que marcó en cierta medida la cristología del Hijo de Dios
en el Nuevo Testamento".[7]
3) "El relato de
la transfiguración ha evocado a muchos investigadores la fiesta de las chozas. El punto de conexión visible son las
carpas que Pedro quiere construir para los tres varones celestiales. Además, la
fiesta de las chozas comienza el sexto día después del día de expiación
(compárese el v 1 con Lv 23,27.34) Pero los puntos afines son escasos".[8]
4) "El relato
evoca esperanzas judías y cristianas de futuro, sobre todo la transformación en el futuro cuerpo resucitado. Estas evocaciones
son importantes para el v 2s: la futura transformación en cuerpo escatológico
glorioso al final de los tiempos es un tema de Pablo y la apocalíptica judía
(l Co 15,51s, Si
49,2s; 51,3.5.9-12). Los justos lucirán vestidos blancos y rostros
luminosos en el nuevo mundo".[9] Un buen
ejemplo de esta exégesis es la iconografía oriental, a la que nos referiremos
enseguida.
La transfiguración de Jesús en la iconografía oriental
Una buena manera de contemplar la visión de la
transfiguración del Señor es por medio de los iconos. La fiesta de la
transfiguración es una de las 12 fiestas más importantes de la iglesia oriental
porque es la base del desarrollo teológico de oriente sobre la theosis o divinización del hombre por
Dios a través de la resurrección. Tema fundamental de toda la teología y de
toda la iconografía oriental. Además es, precisamente, lo que simboliza la
transfiguración del Señor: la invitación a participar en la resurrección y en
la gloria de Dios. Ver el icono al comienzo de este artículo.
Conclusión
Al tratarse de una visión, una experiencia mística,
los discípulos no pudieron contar exactamente lo que experimentaron, porque
nunca una visión infundida por Dios es tan comprensible a la mente humana
inmediatamente. Esto lo afirman los grandes místicos de la Iglesia. Por tanto,
debieron recurrir a comparaciones, esas comparaciones fueron diversas en tanto
avanzaba el desarrollo de la revelación en las comunidades. Es la tradición que
recibe Marcos y luego toma Mateo. Es probable que por esto el relato sea tan
polifacético, tan simbólico y tan precioso.
«Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta
mi predilección: escúchenlo».
Prof. Mauricio Shara
[2] El monte Tabor aparece en un
escrito apócrifo del siglo II: El
evangelio de los hebreos, compuesto en círculos judeo-cristianos
helenísticos de Egipto. Es mencionado por Orígenes (In Ioh 2,6; hom. in Ier
15,4) Para más información: Aurelio de
Santos Otero, Los Evangelios
Apócrifos, Madrid, BAC, 2006, 6-15.
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