Y le fue dado un rollo del profeta Isaías, y tras abrir el rollo, encontró el lugar donde había sido escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí... (Lucas 4,17-18a traducido del texto griego Nestlé-Aland). BLOG DEDICADO AL ESTUDIO Y A LA INTERPRETACIÓN DE LA BIBLIA.

viernes, 2 de octubre de 2015

La experiencia del Espíritu


Con el término "experiencia" llamamos a la percepción de la realidad de Dios como viene a nosotros, actúa en nosotros y por medio de nosotros, haciéndonos peregrinar hacia Él en una comunión, en un ser-el-uno-para-el-otro. Todo esto sin desconocer la distancia en el conocimiento de Dios mismo, pero en el plano de una presencia de Dios entre nosotros como fin amado en la peregrinación de nuestras vidas.


La visita del Espíritu Santo

El místico y santo ortodoxo Serafín de Sarov, en el libro de Irina Goraïnoff, decía que debemos invocar al Espíritu Santo hasta que su presencia nos ha impregnado con su gracia, luego hay que dejar de invocarlo. De lo contrario sería como invitar a alguien a casa y cuando ha venido y está entre nosotros, seguir diciéndole insistentemente "¡ven a visitarnos! ¡ven a visitarnos!" como gente que no sabe lo que dice.

Pero el Espíritu Santo no quiere ser sólo un visitante sino que quiere que lo reconozcamos como nuestro huésped desde el bautismo. Aprender a conocer su presencia en nosotros es parte de esta experiencia. Si lo conocemos y nos relacionamos con Él a partir de los sacramentos recibidos en la Iglesia, ya no necesitamos estar buscando gurúes que se crean los "dueños del Espíritu Santo".

"Pero ustedes no están animados por la carne sino por el espíritu, dado que el Espíritu de Dios habita en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo no puede ser de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, aunque el cuerpo esté sometido a la muerte a causa del pecado, el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús habita en ustedes, el que resucitó a Cristo Jesús también dará vida a sus cuerpos mortales, por medio del mismo Espíritu que habita en ustedes". Romanos 8,9-11.


La unción espiritual

La unción es como un derramamiento de la divinidad que el Espíritu nos comunica. Podemos admirar al Espíritu Santo en la figura del "perfume de Cristo", así este perfume nos impregna de manera desbordante. La figura anticipa lo que ocurre en el sacramento celebrado, pero también prolonga sus efectos y los actualiza. Siendo así, la "unción espiritual" atraviesa toda nuestra vida del mismo modo que atraviesa toda la historia de la Evangelización. Por tanto, no se trata de un hecho o de unos hechos llamados "unciones", los cuales deberían ser buscados todo el tiempo, sino más bien de un estilo de vida referido al Donador de la "unción espiritual": el Espíritu Santo.

Es precisamente en dos grandes acontecimientos que se presenta la "unción espiritual": en el Bautismo y la Confirmación. A partir de allí, en la libertad, es que existe la posibilidad de una "unción continuada, permanente, perenne", un estilo de vida de unción.


La unción en Cristo, el acontecimiento de la unción

El salmo 45 habla de la unción del rey y los cristianos lo hemos aplicado a Jesucristo, allí dice:

2 Me brota del corazón un hermoso poema,
yo dedico mis versos al rey:
mi lengua es como la pluma de un hábil escribiente.
3 Tú eres hermoso, el más hermoso de los hombres;
la gracia se derramó sobre tus labios,
porque Dios te ha bendecido para siempre.
4 Cíñete, guerrero, la espada a la cintura;
5 con gloria y majestad, avanza triunfalmente;
cabalga en defensa de la verdad y de los pobres.
Tu mano hace justicia y tu derecha, proezas;
6 tus flechas con punzantes, se te rinden los pueblos
y caen desfallecidos los rivales del rey.
7 Tu trono, como el de Dios, permanece para siempre;
el cetro de tu realeza es un cetro justiciero:
8 tú amas la justicia y odias la iniquidad.
Por eso el Señor, tu Dios, prefiriéndote a tus iguales,
te consagró con el óleo de la alegría:
9 tus vestiduras exhalan perfume de mirra, áloe y acacia.

La unción de la alegría ¡qué preciosa unción! El mismo Jesús dice en Lc 4,18-19: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. El me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor".


La experiencia del Espíritu como terapia

San Ireneo en el libro "Contra la herejías" III,17,3 dice que el Espíritu Santo es ese "mesonero" a quien Cristo el buen samaritano entrega a toda la humanidad herida para que cuide de ella. San Buenaventura en su "Sermón para el IV Domingo de Pascua" admira al Espíritu santo en la figura de un médico que viene a curar, pero no lo hace mágicamente. ¿Qué enfermedades tenemos para que nos cure el Espíritu? egoísmo, envidia, vicios, soberbia, resentimiento, indiferencia, superstición, orgullo, mentira, error, maravillosismo, "milagrismo", etc. Es necesario exponer estas cosas ante el Curador para caminar hacia la satisfacción, tanto en el confesionario como en la vida.


Pequeños paráclitos

La Iglesia nos enseña que el cristiano ha de ser un "alter Christus", otro Cristo. Entonces, también ha de ser "otro paráclito" y a referencia hacia Él ser un defensor, un exhortador, un consolador de sus hermanos. "Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo". I Ts 5,11

Nuestra madre la Virgen María, subordinada al Espíritu Santo, recibe títulos que derivan de Él: "consoladora de los afligidos" y "abogada de los pecadores". Ella se ha hecho "paráclito" para nosotros. Podemos pedirle a Dios por intercesión de María que nos conceda la gracia de llegar a ser "otros paráclitos". "Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios. Porque así como participamos abundantemente de los sufrimientos de Cristo, también por medio de Cristo abunda nuestro consuelo". I Co 1,3-5.



Prof. Mauricio Shara  

1 comentario:

  1. Anónimo10/12/2015

    Si bien cuando somos bautizados, desciende el Espiritu Santo, sobre nuestras vidas. Con el
    correr del tiempo, nos olvidamos de esa Tercera Persona de la Ssma. Trinidad. Suelo llamarlo
    "El hoy olvidado". Debemos pedirlo, hasta que lo sintamos presente nuevamente y nos unga con
    sus lenguas de fuego, Solo alli cambiara nuestra vida para siempre...!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    ETELVINA

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