Introducción
La
palabra hebrea hokmah, que podemos
traducir como "la sabiduría o el conocimiento", designa la capacidad
del hombre, que puede ser innata o adquirida, de guiar bien su vida y tratar de
conducirla hacia la felicidad. Los textos antiguos mesopotámicos y egipcios
utilizan una palabra de la misma raíz semítica para hablar de conocer y
comprender.
Para
conocer la sabiduría (hokmah) y la instrucción, para entender las palabras
profundas, para obtener una instrucción esmerada –justicia, equidad y rectitud–
para dar perspicacia a los incautos, y al joven, ciencia y reflexión; Que
escuche el sabio (hakam), y acrecentará su saber, y el inteligente adquirirá el
arte de dirigir. Para entender los proverbios y las sentencias agudas, las
palabras de los sabios (hakamim) y sus enigmas. El temor del Señor es el
comienzo de la sabiduría (hokmah), los necios desprecian la sabiduría y la
instrucción. (Proverbios 1,2-7)
Así,
la sabiduría es un saber orientado hacia la ética, un arte de vivir. Pero
también es una habilidad para las actividades, para los trabajos:
Ex
35,30-35: Entonces Moisés dijo a
los israelitas: «El Señor ha designado especialmente a Besalel –hijo de Urí,
hijo de Jur, de la tribu de Judá– y lo ha llenado del espíritu de Dios, a fin
de conferirle habilidad (hakamah), talento y experiencia en la ejecución de
toda clase de trabajos, tanto para idear proyectos, como para trabajar el oro,
la plata y el bronce, labrar piedras de engaste, tallar la madera o ejecutar
cualquier otra labor de artesanía. Además le ha concedido –lo mismo que a
Oholiab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan– el arte de comunicar sus
conocimientos. El Señor los llenó de habilidad (hakamah) para realizar labores
de orfebrería, de tejido, de bordado y recamado de telas de púrpura violeta y
escarlata, de carmesí y de lino fino. Y no sólo son capaces de ejecutar todas
estas tareas, sino que también tienen espíritu de inventiva».
Este
vocablo (hokmah) y sus derivados aparece mucho en el AT relacionado a una gran
diversidad de tareas: técnicas, administrativas, asuntos religiosos, asuntos de
guerra, asuntos éticos, y también a la sagacidad.
La
sabiduría puede ser innata y también adquirida en la propia vida, crece con la
experiencia personal, síntesis de observar la realidad y reflexionar sobre
ella. La sabiduría se enriquece enormemente con la formación, con la educación
(en sus diversas formas). El sabio debe adquirir la capacidad de comprender,
escuchar y hablar porque la sabiduría es un arte de
"vivir-junto-con".
El proverbio
La
sabiduría, originalmente, consistía en observar la realidad a fin de extraer
información que sirva para la vida. Una de las formas más sencillas de
expresarla es el proverbio o refrán. Los griegos llamaban a esta figura paroimía (pará: junto a + oímos:
camino), así aparece en el AT en griego (Septuaginta) como traducción del
hebreo mashal que es una comparación
por medio de una imagen o narración para la enseñanza práctica, de ahí se
desprende el proverbio y la parábola. Los proverbios se escribieron
especialmente para los gobernantes, aunque nos sirven a todos. Ejemplos:
·
"Un
hijo sabio ama la corrección, pero el insolente no escucha el reproche" (Pr
13,1)
·
"El
oído atento a una advertencia saludable se hospedará en medio de los
sabios". (Pr 15,31)
·
"El
que rechaza la corrección se desprecia a sí mismo, el que escucha una
reprensión adquiere sensatez". (Pr 15,32)
·
"Escucha
el consejo y acepta la corrección, y al fin llegarás a ser sabio". (Pr
19,20)
Aprender a escuchar es la base de toda
sabiduría, precisamente el gobernante que sólo habla y habla y habla pero no
escucha se ha encerrado en sí mismo, es necio y se niega a emprender la enriquecedora
peregrinación hacia la sabiduría.
La
sabiduría ante el sufrimiento
El Pentateuco habla muy poco sobre el
sufrimiento, por eso una de las primeras reflexiones sobre eso es la
"tosca teoría de la retribución" en donde el éxito y la riqueza son
signos de santidad y en donde el fracaso y la pobreza son signos de pecado.
Esta teoría muy tosca todavía es la base de los discursos de los grupos
bíblicos fundamentalistas, espiritualistas y mágicos. Eso pasa porque no
comprenden las etapas de la Escritura y leen la Biblia de manera atemporal con
aplicación existencialista cruda e inmediata, así p.e. el diezmo pasa a ser una
de las predicaciones más populares en los grupos fundamentalistas.
Pero la evolución de la sabiduría en
Israel llevó a reflexionar sobre el sufrimiento del justo p.e. el libro de Job
es una severa crítica a la "teoría de la retribución" ya que Job es
el justo sufriente.
De
la sabiduría personificada a la personificación de la sabiduría
Asimismo, Job señala en el cap. 28 que
ningún ser humano puede adueñarse de la sabiduría. Lo mismo señala Baruc 3,12
¡han abandonado a la fuente de la sabiduría! que es Dios mismo. Además, Eclesiastés
tiene un sentido pesimista respecto a la sabiduría humana, pero no por eso es menos
sabio. Todo esto va abonando el terreno para una teología que personifique a la
sabiduría.
Sería bajo el sufrimiento por los constantes fracasos
políticos de Israel que nace la pregunta sobre el patrimonio de la sabiduría
¿es de unos pocos o es de todos? Para evitar una nueva catástrofe como fue la
deportación a Babilonia y la destrucción del templo de Jerusalén. Aquello que
es tan importante no puede ser destruido, la sabiduría viene de Dios, así dice
Eclo 24,2-9: "La sabiduría
hace el elogio de sí misma y se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en
la asamblea del Altísimo y se gloría delante de su Poder: «Yo salí de la boca
del Altísimo y cubrí la tierra como una neblina. Levanté mi carpa en las alturas,
y mi trono estaba en una columna de nube. Yo sola recorrí el circuito del cielo
y anduve por la profundidad de los abismos. Sobre las olas del mar y sobre toda
la tierra, sobre todo pueblo y nación, ejercí mi dominio. Entre todos ellos
busqué un lugar de reposo, me pregunté en qué herencia podría residir.
Entonces, el Creador de todas las cosas me dio una orden, el que me creó me
hizo instalar mi carpa, él me dijo: «Levanta tu carpa en Jacob y fija tu
herencia en Israel». El me creó antes de los siglos, desde el principio, y por
todos los siglos no dejaré de existir".
Ahora la Sabiduría es preexistente, ya es
Sabiduría con mayúsculas, como en Sb 7,22-8,1, y abona el descubrimiento de la
Sabiduría como persona divina, lo cual vendrá con el desarrollo de la teología
joánica en el prólogo del Evangelio: Jn 1,1-18.
Finalmente, la Sabiduría personificada es
Jesucristo. Él es la Sabiduría en persona.
Prof. Mauricio Shara
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