1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo
lugar. 2 De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de
viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. 3 Entonces vieron
aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada
uno de ellos. 4 Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar
en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. 5 Había en
Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. 6 Al oírse
este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los
oía hablar en su propia lengua. 7 Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso
estos hombres que hablan no son todos galileos? 8 ¿Cómo es que cada uno de
nosotros los oye en su propia lengua? 9 Partos, medos y elamitas, los que
habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en
Asia Menor, 10 en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los
peregrinos de Roma, 11 judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos
proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios». (Hch 2,1-11)
Introducción
Ubicándonos hacia fines del siglo I, fecha de composición del libro
de los Hechos, la Pascua judía asociaba el memorial de la salida de Egipto con
la fiesta agrícola de las semanas, pero el Templo de Jerusalén ya no es el
lugar donde se ofrecen los primeros frutos, ya que fue destruido en el 70 d.C.
La referencia a los 50 días nos dice, que se ha cumplido la promesa de Jesús
(Lc 24,48) y, que el acontecimiento cristiano aventaja a los relatos sobre la
Alianza y la entrega de la Ley en el Sinaí.
Contextualización
El texto completo es Hch 2,1-41
"La venida del Espíritu Santo". Dentro del texto distinguimos las
siguientes 5 partes:
I) Pneumatofanía o teofanía del
Espíritu (2,1-4)
II) Reacciones por la manifestación del
Espíritu y el milagro de Pentecostés (2,5-13)
III) Discurso de Pedro (2,14-36)
IV) Conversión y bautismo (2,37-41)
V) Comunidad cristiana (2,42-47)
Entonces la sección litúrgica (2,1-11) se
compone de una parte de que es 2,1-4 más otra de 2,5-11. Si fichamos las
secuencias encontramos:
En la I parte (2,1-4):
1) (2,1-2) En una de las reuniones de
oración de los discípulos y algunas mujeres, entre ellas María (cf. 1,14)
perciben que viene del cielo el estruendo de un viento violento que llena toda
la casa.
2) (2,3) Relata la visión de las
"lenguas como de fuego" sobre cada uno de ellos.
3) (2,4) Quedan todos llenos del Espíritu Santo y lo
manifiestan hablando en "otras lenguas" (en gr. eterais glossais).
En la II parte (2,5-13):
1) (2,5-6) Los testigos del
acontecimiento son atraídos por el sonido (en gr. fones) del viento violento y ocurre el milagro de que escuchan las
lenguas (glossais) en el dialecto (en
gr. dialekto) de cada uno.
2) (2,7-11) Los testigos participan del
estado de éxtasis, están atónitos y maravillados, por el milagro y reaccionan
enumerando los pueblos representados.
3) (2,12-13) Los testigos pasan del
estado de éxtasis al de perplejidad y se preguntan qué significa, entre ellos
hay quienes reaccionan burlándose.
Entonces,
la sección litúrgica de Pentecostés excluye los vv.12-13 para que la lectura
termine en forma positiva en el v.11. Caso contrario, debería seguir la
lectura, mínimamente, hasta el final del discurso de Pedro v.41 para terminar
"arriba".
Reflexión
I parte "Pneumatofanía" (2,1-4):
Secuencia 1: 1 Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos
reunidos en el mismo lugar. 2 De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a
una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban.
Tal como ya dijimos en el fichaje de
secuencias, la frase estaban todos reunidos en el mismo lugar se enlaza con Hch 1,14 así que ahí están los discípulos y algunas
mujeres, la Virgen María entre ellos.
El Espíritu Santo se hace presente de
manera inesperada, sin mediaciones humanas que lo traigan, sin shows, sin
emocionalismo, sin haber creado un clima previo.
Luego en el v.2 comienza a relatar la
pneumatofanía que comienza con un viento violento (en gr. biaías) de bía
(violencia), esta palabra griega el evangelista la usa p.e. en Lc 16,16
(esfuerzo). Sin duda que sólo por el sonido de una
fuerte ráfaga de viento no se congrega una multitud en un punto de la ciudad
(Hch 2,6), sino que debe ser algo mayor a eso. Por supuesto que al descubrir
esto no estamos haciendo una apología de la violencia sino constatando
bíblicamente que se trata de una fuerza divina (el viento, en gr. pneuma) que desata un acontecimiento
cósmico cuando se ha cumplido el tiempo, cuando ha llegado el júbilo, cuando ha
llegado la fuerza del Espíritu Santo. El estruendo sonó en toda la casa donde
estaban reunidos.
Secuencia 2: 3 Entonces vieron aparecer unas
lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Sigue la pneumatofanía
que suma al símbolo del viento teofánico el símbolo del fuego (Is 30,27; Ez
1,4; Sal 18,13; Sal 29,7; Sal 50,3; Sal 97,3). Se trata de una visión: vieron aparecer. Se posan las lenguas de fuego sobre cada uno
de ellos como el espíritu se posó sobre cada uno los ancianos de Israel en Nm
11,25 y que luego "comenzaron a hablar en éxtasis".
Secuencia 3: Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu
les permitía expresarse. A diferencia de Nm 11 quedan llenos del Espíritu Santo pero igualmente
hablan en éxtasis "diferentes lenguas". Entendemos
que se trata de un hablar extático, una manifestación ocasionada por la llenura
del don del Espíritu Santo: hablar en lenguas, glosolalia, iubilaeus quinquagesimus o jubileo pentecostal.
Sobre esto, debemos decir que la
manifestación del "hablar en lenguas" sobrepasa a una realidad
puramente cristiana, existiendo antecedentes en la cultura griega.
II perícopa "Reacciones por la manifestación del Espíritu"
(2,5-13):
Secuencia 1: 5 Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de
todas las naciones del mundo. 6 Al oírse este ruido, se congregó la multitud y
se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
Para celebrar la Fiesta de las Semanas
(shavuoth) había peregrinos de todo el mundo, cuando se escucha el sonido
estruendoso se congrega una multitud como la anunciada por los profetas Isaías
y Zacarías (Is 26,13; 49,22; 60,4.9; Za 8,7-8). Ahora ya no tiene sentido
preguntarnos en qué lugar se relata que ocurre este acontecimiento ya que, como
vemos, para Lucas hay otros intereses más importantes como son la universalidad
y el cumplimiento del tiempo anunciado por los profetas. Aunque nunca menciona
el lugar específico, al principio pareciera ser un sitio habitual de reunión en
relación a 1,12-14 ¿el aposento alto? pero en este momento el lugar físico a
perdido total relevancia para describir una dinámica que va desde lo íntimo de
la comunidad cristiana hasta lo universal que comprende a representantes de
todas las naciones del mundo. En referencia al lugar, al autor sagrado sólo le
interesa que esto acontece en Jerusalén.
Luego nos dice que la multitud queda
confusa (en gr. sunjeo) porque
escuchaban cada uno en su propio idioma (en gr. dialekto), sistema de signos convencionales. El milagro consiste en
una interpretación simultánea del hablar en lenguas extático de los discípulos
a cada uno de los testigos del acontecimiento.
Secuencia 2: 7
Con gran admiración y estupor decían: «¿Acaso estos hombres que hablan no son
todos galileos? 8 ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia
lengua? 9 Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la
misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, 10 en Frigia y Panfilia,
en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, 11 judíos y
prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas
las maravillas de Dios».
La reacción se transforma en éxtasis y
se asombraron por el milagro de escucharlos en sus propios idiomas (dialekto). La palabra dialekto la usa el evangelista siempre
para hablar de un idioma p.e. Hch 1,19; 21,40; 22,2; 26,14.
Así,
la Iglesia despertaba a la misión encomendada por Jesucristo. El advenimiento del Espíritu Santo es un puente
entre la Iglesia y el mundo, representado en esos 17 pueblos. Todos escuchan en
sus lenguas las grandezas de Dios.
Prof.
Mauricio Shara
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