Ahora
nos ocuparemos de la segunda perícopa en nuestra sección litúrgica: Mt 1,18-25:
18 Este fue el origen de Jesucristo: María, su
madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos,
concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. 19 José, su esposo, que era un
hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en
secreto. 20 Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa,
porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. 21 Ella
dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su
Pueblo de todos sus pecados». 22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que
el Señor había anunciado por el Profeta: 23 "La Virgen concebirá y dará a
luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel", que traducido
significa: «Dios con nosotros». 24 Al despertar, José hizo lo que el Ángel del
Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, 25 y sin que hubieran hecho
vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
Respecto a esta perícopa conviene recordar el marco
teológico general del Evangelio de Mateo:
"La teología mateana se mantiene así dentro del marco
elaborado por la comprensión veterotestamentaria judía de la ley. Por eso
comprende la exigencia de Dios como gracia. No distingue entre ley y evangelio;
al contrario, para ella, aunque esta terminología no le conviene, la ley, o
mejor dicho la proclamación de la voluntad de Dios por Jesús, que recoge la
ley, es evangelio. Es una teología de la ley, pero no una teología de la
justicia por las obras. Para Mateo, la ética no es ni un apéndice del
cristianismo, ni simplemente una expresión secundaria del reconocimiento humano
para con Dios; al contrario, en la ética se muestra la identidad del cristiano basada
en Dios, identidad que se demuestra en el juicio. Mateo sabe con mayor claridad
que los demás teólogos neotestamentarios que no hay más cristianismo que un
cristianismo en acto".[1]
Género
literario
En
la I parte de este estudio ya dijimos que se trata de un relato, a eso
podríamos agregar que se trata de un "relato cristológico", no así de
un "midrash cristológico"
ya que entonces deberíamos argumentar acerca de la literatura subyacente en el
pasaje bíblico, ya que un midrash es
"literatura acerca de la literatura".[2]
Entonces, al no encontrar una tradición anterior que sea consistentemente
similar para suponer que el evangelista tomara para componer su relato, por lo
tanto, simplemente decimos que se trata de un "relato cristológico" o
mejor: "relato de anuncio".
Análisis
Estructural
Hacemos
primero un estudio previo. Notas:
v.18a
Conecta con 1,1
v.18b
Amplía 1,16
v.19
José pone en marcha el relato
v.20a
Aparece el Ángel como personaje decisivo
vv.20b-23
Mandato expresado por el Ángel
vv.22-23
Cita de cumplimiento: Is 7,14
vv.24-25
Resurge el narrador y su relato
(vv.18-20)
Luego,
ordenamos nuestras notas releyendo la perícopa buscando dividir el texto en
pequeñas unidades o secuencias que nos permita investigar las relaciones que
existen entre las subdivisiones propuestas y la función en el conjunto.[3]
Así descubrimos una estructura secuencial y concéntrica, que tiene como corazón
los vv.20-23, es decir, propiamente el anuncio:
A
Introducción al anuncio (vv.18-20a)
B
Anuncio del Ángel a José (vv.20b-21)
B´
Cita de cumplimiento que justifica el anuncio del Ángel: Is 7,14 (vv.22-23)
A´
Finalización del anuncio (vv.24-25)
Ahora
podemos comentar la perícopa parte a parte:
Comentario
Introducción
al anuncio (vv.18-20a)
Existe
una conexión entre 1,18a: Este fue el origen de Jesucristo y 1,1: Genealogía
de Jesucristo (las palabras griegas fueron analizadas en la I parte
de este estudio). A partir de ahí, se amplía
o explica 1,16: Jacob
fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado
Cristo con 1,18b: María, su madre,
estaba comprometida con José y, cuando todavía no han vivido juntos, concibió
un hijo por obra del Espíritu Santo. Así funciona el v.18 en el
texto.
María estaba comprometida, como tal "la mujer
seguía viviendo en el hogar paterno y se mantenía bajo la patria potestas. Después de un año tenía lugar la acogida en casa,
es decir, la celebración del matrimonio".[4]
Es decir, que la concepción de Jesús acontece luego del compromiso y antes de
la cohabitación de José y María.
José
era un hombre justo (gr. díkaios),
sobre esto conviene recordar lo expuesto por Smend y Luz al principio de este
estudio, en el marco teológico general del Evangelio mateano, para averiguar
qué significa "justo" para el hagiógrafo.
Luego,
nos dice que este hombre justo, ahora ocupando un rol central en el relato no
quiso denunciar a María y resuelve repudiarla en secreto, es decir, abandonarla
sin someterla a juicio. Según Dt 22,23ss. en caso de repudio de la esposa se
practicaba la lapidación pero en el tiempo de Jesús esto ya no se hacía.[5]
En la historia de la interpretación han existido dos hermenéuticas al respecto:
1)
José sabía que María había concebido por obra del Espíritu Santo y no quiso
acercarse más a María porque siendo Dios el padre de Jesús sería Él quien lo
cuide, pero esta interpretación tiene el gran problema de que el Ángel del
Señor estaría anunciando algo revelado con anterioridad, lo cual nunca expresa
el evangelista. Además, en Mt el Ángel del Señor siempre comunica a José cosas
desconocidas por él (Cf. 2,13; 2,19-20).
2) José desconocía
que María había concebido por obra del Espíritu Santo y decide repudiarla porque
cree que hubo adulterio. "La «rectitud» de
José consiste, pues, en no haber difamado a María, sospechosa de adulterio, con
un proceso de divorcio. La duda de si la «rectitud» significa el cumplimiento
de la ley veterotestamentaria o simplemente afabilidad y comprensión no se
plantea para Mateo: José refuerza la ley en el sentido del precepto del amor y
se alinea así en la serie de los justos, que alcanza desde Abel (Mt 23,35) Y
los personajes religiosos veterotestamentarios (Mt 13,17), pasando por Jesús (Mt
27,19.24), hasta los practicantes de los mandatos de Jesús reivindicados en el
juicio final (Mt 13,43; 25,46)".[6]
Preferimos
la segunda interpretación por ser coherente respecto a Evangelio mateano en su
conjunto.
El
nombre Jesús (Iehoshua) significa "YHWY auxilia" o "YHWH
salva", es el nombre que le pondrá José. El Mesías salvará a su pueblo de
los pecados es lo que el evangelista seguirá desarrollando en 9,8 y 26,28.
Anuncio
del Ángel a José (vv.20b-21)
El
anuncio a José es un sueño-mensaje.[7]
Es decir, que no es simbólico y por tanto inteligible o entendible, que no
necesita interpretarse.
José
es descendiente de David según la genealogía (1,16) y en el v.20 es
literalmente llamado "hijo de David", por tanto, la narración de Mt
nos dice que Jesús es adoptado por José y es incorporado de esta manera a la
Casa de David.[8]
Cabe acotar, que María nunca es señalada en el NT como descendiente de David,
Lc la relaciona con el linaje aarónico (Cf. Lc 1,5.36). Pero existen leyendas
cristianas que la hacen de la casa de Judá como p.e. el libro apócrifo
"Evangelio del Pseudo Mateo"[9]
escrito en el siglo VI.[10]
Cita
de cumplimiento que justifica el anuncio del Ángel: Is 7,14 (vv.22-23)
Aunque
hay mucha divergencia acerca de quién es el Emmanuel al que se refiere Is 7,14,[11]
sin embargo no debemos olvidar que Isaías luego nos hablará en 9,5-6 acerca del
"niño que nos ha nacido" y en 11,1-9 se señala a un descendiente de
David.[12]
Por lo tanto, todo esto refuerza la hipótesis de que Isaías 7,14 se refiere a
un niño de la corte real davídica. Se trata de una sencilla exégesis que toma
el valor literario de conjunto del llamado "Libro del Emmanuel", lo
cual es probable que el redactor evangélico considerara.
Además,
Mt toma la cita de LXX que ya había interpretado la palabra hebrea "almá" (joven, doncella) con
la expresión griega "parthenos"
(virgen).
"Emmanuel"
es el nombre que le dará la comunidad cristiana al Mesías, el evangelista
cambia el "llamarás" de LXX por "llamarán" para no entrar
en contradicción con lo dicho antes respecto al nombre. "El ser-con-nosotros de Dios recorre todo el evangelio (17,17; 18,20; 26,29). Pero,
sobre todo, Mateo creó una inclusión con este vínculo y el último de su
evangelio ('yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo'
28,20), inclusión que marca el tema fundamental: la presencia del Señor glorificado
en su comunidad le revela como Emmanuel, Dios con nosotros".[13]
José
realiza obedientemente un rol indispensable en la "historia de la
salvación": acepta nuevamente a María, cohabita con ella y sin tener
relaciones sexuales con María, nace Jesús, se hace presente entre ellos. Así se
realiza el anuncio a José, un ejemplo de obediencia a Dios que posibilita la
presencia de Dios a su pueblo: "Dios-con-nosotros".
Y
nosotros ¿seguimos el ejemplo de José? ¿Estamos atentos a la Palabra de Dios?
¿Somos capaces de renunciar a nuestros juicios personales por un bien mayor? ¿Protegemos
a los más débiles porque en ellos se manifiesta la epifanía de Dios? ¿Estamos
incluyendo en el Dios-con-nosotros a los otros, a los que son distintos a
nosotros?
¡Feliz
Navidad!
Prof.
Mauricio Shara
[1] R. Smend; U. Luz, Gesetz,
Stuttgart, 1981, 85-86 en Jean Zumstein,
Mateo el teólogo. CB 58, Navarra,
Verbo Divino, 1993, 43
[3] Seguimos los
consejos generales acerca del análisis estructural de Wim Weren, Métodos de
exégesis de los Evangelios, Navarra, Verbo Divino, 2003, 43-66.
[4] Joachim Gnilka, Das
Matthäusevangelium. Erster Teil, Herders theologischer Kommentar zum Neuem
Testament. Tomo I, Friburgo, 1986 en Joseph Ratzinger, La infancia de Jesús, Buenos Aires, Planeta, 2012, 45.
[5] Ulrich Luz, El Evangelio, 142 siguiendo a Billerbeck.
[6] Ibid.,144
[7] Armando
Levoratti,
Evangelio según san Mateo en Comentario Bíblico Latinoamericano,
Navarra, Verbo Divino 2007, 283.
[8] Rafael Aguirre Monasterio; Antonio Rodríguez
Carmona, Evangelios sinópticos y
Hechos de los Apóstoles, Navarra, Verbo Divino, 1992, 204.
[10] Cf. Los Evangelios Apócrifos, Madrid, BAC,
2006, 74-79.
[12] Textos compuestos
entre los siglos VI y VII. Ver: José Luis
Sicre, Profetismo en Israel,
Navarra, Verbo Divino, 1998, 493-499.
[13] Ulrich Luz, El Evangelio, 146
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