Gigi Hadid
En
principio la "belleza interior" es un concepto análogo a la belleza
exterior, es decir, a la belleza corporal, la cual no es tampoco fácil de
definir ya que depende de múltiples factores, pero Tomás definió a la belleza (exterior)
como "aquello que
agrada a la vista" (quae visa placet), una definición tan simple
como genial.
Siguiendo a santo
Tomás, entonces, la "belleza interior" debería agradar también, pero
¿a qué? porque para ser belleza ha de manifestarse, sino se manifiesta jamás se
puede considerar belleza de ningún tipo.
Ahora bien, si
recurrimos a la Biblia encontramos que el "interior" es descripto por
la cultura judeo-cristiana antigua con dos figuras: el corazón y las entrañas.
En la Biblia el corazón representa a los pensamientos y las entrañas al
sentimiento. Así el interior sería una combinación de pensamiento y sentimiento.
Siendo así, diremos que el interior es la inteligencia, síntesis de la
racionalidad y la emocionalidad.
Por lo tanto,
concretamente y basados en la Biblia, podemos afirmar entonces que la persona
bella interiormente es la persona inteligente, aquella que es capaz de poseer
bellos pensamientos y bellos sentimientos.
Gracias a la
Revelación hemos podido anclar más concretamente a la "belleza
interior" en pensamientos y sentimientos, en inteligencia. Gracias a eso,
podemos afirmar análogamente que la "belleza interior" es aquella que
agrada a la inteligencia, así como la "belleza exterior" agrada a la
vista. Así, la forma exterior agrada a la vista y la forma interior agrada a la
inteligencia.
Pero también existen
otras formas de belleza exteriores p.e. el arte y la literatura las cuales
agradan a la inteligencia, síntesis de racionalidad y emocionalidad. Pero
también pueden agradar a la vista p.e. una pintura o una escultura. También la
música es captada por el oído y hasta un perfume podría considerarse bello al
olfato. Por eso, el tema se vuelve muy complejo y no es tan fácil de tratar.
A esta altura
convendría preguntarnos si la belleza (exterior) además de agradar a la vista
no agrada también a la inteligencia. Con lo cual podríamos superar la genial
definición tomista sobre la belleza: "aquello que agrada a la vista"
(quae visa placet), que ha sido nuestro punto de partida.
Conviene también
ubicar los factores psicológicos dentro de la percepción subjetiva de la
realidad: lo que para alguien es bello para otro puede no serlo.
También conviene
dejar de lado a la moral (ideológica) en este asunto, no hace otra cosa que
entorpecer la contemplación de la belleza con sus tontos conceptos sobre el
bien y el mal. Porque lo bueno es bueno y no necesariamente bello, y lo malo es
malo y no necesariamente feo. Puede existir el asesinato como arte y presentado
estéticamente a la vista de un psicópata pero también ser eso literariamente
bello a la inteligencia de cualquiera y puede existir una buena acción que
repugne a la vista como bañar a un linyera completamente sucio. Y aún el
asesinato artístico podría agradar a las inteligencias más desarrolladas y el
baño a un hombre completamente sucio y defecado podría repugnar a las
inteligencias más desarrolladas. Porque sentimentalmente nos vamos a mover
hacia la belleza y racionalmente hacia la bondad.
Sólo buscando
refugio en la "diosa razón" encajaría coherentemente una
"belleza interior" a fuerza de remanidas virtudes, así volveríamos a
la Ilustración tan temida y rechazada por la Iglesia. Por eso, conviene dejar
de lado la imbécil moralina kantiana, porque hemos descubierto que si Dios habita
en la belleza, entonces Dios no habita en la moral (kantiana). Lo que pasa es
que belleza no es sinónimo de bondad, aunque lo bello puede movernos hacia lo
bueno en una opción libre de la voluntad.
Resulta curioso que
el "Buen pastor" en Juan cap. 10 no es otro sino el "Bello
pastor", traducido deficientemente como "bueno" por la vieja moralina
que hasta hoy se conserva, ideológicamente, para no escandalizar al maniqueísmo
actual, instalado en muchos laicos de la Iglesia, espiritualistas incapaces de
contemplar la belleza, que como huidizos roedores corren a buscar refugio en
sus ideologías religiosas.
Hasta hemos
transformado al bello y erótico Cantar de los Cantares en un espantoso libro
espiritualista y mojigato. Hemos transformado la belleza de los cuerpos del
dodí y la kalá y en interpretaciones celestiales. Hemos abandonado la belleza
sexual del Cantar del los Cantares por interpretaciones maniqueas, llenas de ilusión
y carentes de belleza. Hemos abandonado el deseo sexual del Cantar de los
Cantares por la represión sexual ideológica estoica.
Aún podría
inventarse una buena alegoría sobre Cristo y la Iglesia arriba de las metáforas
eróticas del Cantar de los Cantares, pero hacerlo sin avasallar a la autora o
autores sagrados de una de las obras literarias con mayor tensión sexual de la
historia.
No hay nada más feo,
que repugne a la vista y a la inteligencia, que la estúpida ideología maniquea.
Hoy no puede impactar al mundo porque, simplemente, carece de belleza y por
tanto no impacta a nadie más que a los ideologizados por esta corriente de
fealdad.
Entonces, ¿qué es la
"belleza interior"? la belleza interior es un don como lo es la
belleza exterior, del todo inmerecido. Es Dios habitando en nosotros, es
aquello que nos permite impactar a otros porque es un plus, un plus olvidado
por los cristianos actuales, tan empeñados en impactar a Dios celestialmente,
en lugar de impactar a los hombres terrenalmente. Por eso, la Iglesia carece de
impacto porque no es bella, sólo trata de ser "buena", moralmente
"buena" y esforzándose tanto no logra alcanzar jamás ese objetivo.
Hemos olvidado que
la Palabra de Dios es metáfora, es poesía, es belleza y por tanto captada por
la vista y la inteligencia. La hemos transformado en un espantoso "tratado
de moral kantiano", feo, horrible, abúlico, reglado y tan agorafóbico como
Kant. Por eso, el jansenismo sigue vivo y discriminando injustamente.
Decimos
"discriminando injustamente" porque p.e. al dar el asiento a una
embarazada en el transporte público hemos "discriminado con
justicia".
Así, y a modo de
ejemplo, la Madre Teresa de Calcuta no es hermosa interiormente por sus virtudes
morales, es hermosa interiormente porque Dios habitó en ella hasta en sus
peores momentos, esa es su belleza
interior, es Dios mismo, es quien la impulsó libremente a sus acciones que son
la consecuencia, aunque muchas veces ella no captaba su presencia. Más allá de
su mal carácter y petulancia lo que impactó públicamente es la imagen de una
mujer bella interiormente, captada por la vista y la inteligencia porque Dios
es la belleza.
Concluyendo: toda
belleza ha de manifestarse estéticamente o no es belleza. Por eso Dios se
manifestó en Cristo al mundo, el bello Pastor.
Mauricio Shara
Desde ya que la belleza interior es un don, mas alla de lo que pueda ser el "envase", en el que esta contenido dicho don. Lo mas importan-te es lo que se transmite, cuando Dios habita en cada uno de nosotros
ResponderBorrarcuando hemos sido regalagos con ese don...!!!!!!!!!!!!!!!
ETEL