1 Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba
las mismas palabras. 2 Y cuando los hombres emigraron desde Oriente,
encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. 3
Entonces se dijeron unos a otros: «¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámolos a
cocer al fuego». Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió
de mezcla. 4 Después dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya
cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos
por toda la tierra». 5 Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los
hombres estaban construyendo, 6 y dijo: «Si esta es la primera obra que
realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras
formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. 7 Bajemos entonces, y una
vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros». 8
Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y
ellos dejaron de construir la ciudad. 9 Por eso se llamó Babel allí, en efecto,
el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra. (Gn 11,1-9)
La interpretación popular de este relato explica
por qué hay tantos idiomas y confusión en el mundo. Al principio todos hablaban
una sola lengua en un mundo ideal y Dios castigó el orgullo humano con la
pluralidad. Así, la diversidad, la multiplicidad es un castigo divino. Pero
esta interpretación repetida hasta el hartazgo no se justifica completamente en
el texto y si lo reflexionamos desde una profundización veremos que se
desdibuja y pierde el sentido superficial que se le ha dado.
Lo que más ha complicado la interpretación
de este texto es una lectura caprichosa vista desde el relato de Pentecostés,
que tampoco se lo interpreta bien, ya que la intención de Lucas no es decir que
todos los cristianos hablarían en el mismo idioma, algo que nunca se ha
realizado, sino que la teofanía del Espíritu Santo trae la glosolalia, el
hablar en lenguas, que es interpretado milagrosamente por toda la diversidad
presente sin necesidad de "mediums, es decir, que el Espíritu Santo
permite superar los muros de separación pero no a expensas de imponer un totalitarismo
fundamentalista, cultural e ideológico.
El relato refleja la actitud irónica y
satírica de un hebreo que se encuentra en Babilonia y ve grandes ciudades con
sus torres, se asombra de los materiales usados para esas construcciones, ya
que carecen de canteras de piedra y las hacen con ladrillo y betún. También se
asombra por esas grandes concentraciones humanas concentradas en esas ciudades
y es posible que haya visto alguna ciudad inconclusa y abandonada.
La construcción de una gran ciudad con una
gran torre monumental era el deseo de todos los grandes reyes mesopotámicos para
perpetuar su fama para siempre (11,4). En la interpretación popular se habla
sólo de la torre y se ha olvidado completamente a la ciudad, siendo que,
curiosamente, aparece más veces en el texto que la torre. Asimismo, pretendían conquistar
un imperio sobre el cual imponer una ley, un idioma, una cultura para
pacificarlo de manera hegemónica. Era el delirio imperialista y totalitario de
estos reyes. Con gran ironía y sarcasmo el autor sagrado muestra como Dios hace
añicos ese deseo egolátrico.
En Gn 11,1 hay una expresión que la BPD
traduce como "lengua", es el vocablo saphá, un sustantivo hebreo femenino, que en la Biblia significa
varias cosas: "idioma", pero también "orilla",
"margen". Es decir, que todos los hombres andaban "por la misma
vereda", dicho de una manera simple y actual. También encontramos el
vocablo debarim, sustantivo hebreo
masculino plural, que significa "palabras" (BPD), pero también
"causas", "cuestiones", "planes". O sea, que lo
que nos muestra el v.1 es el delirio totalitario de los reyes mesopotámicos en
su máxima expresión: Todos estaban en concordia, unánimes, ejecutando los
mismos planes, teniendo la misma causa, la misma cultura, el mismo idioma. Todo
esto impuesto de manera totalitaria, absoluta.
Se parece al delirio totalitario de los
nazis y los comunistas en la Europa del siglo XX, en donde el estado nacional
encarnaría al "Espíritu Absoluto" y se lo impone a todos los
habitantes. Por ejemplo Adolfo Hitler en su libro "Mein Kampf" dice: "El
futuro de un Movimiento depende del fanatismo, y hasta de la intolerancia con
que sus adeptos sostengan su causa, como la única justa, y la impongan frente a
otros Movimientos de índole semejante"... "La magnitud de toda
organización poderosa, que encarna una idea, estriba en el religioso fanatismo
y en la intolerancia con que esa organización, convencida íntimamente de la
verdad de su causa, se impone sobre otras corrientes de opinión".
A continuación veremos cómo funciona
dinámicamente el espléndido relato de Gn 11,1-9 llamado comúnmente "la
torre de Babel", habiéndose olvidado de la ciudad.
Estructura de la narración
El texto tiene 2 grupos puestos en orden
inverso:
·
11,1-4
·
11,5-9
Primero,
en 11,1-4 hay un movimiento horizontal
de los seres humanos hacia la llanura de Sennaar en Babilonia. Luego, sigue un
movimiento vertical tratando de "alcanzar el cielo".
Segundo,
en 11,5-9, hay un movimiento vertical cuando Dios "desciende"
haciendo añicos el deseo de "subir" (11,4; 11,5.78b). Luego, Dios
produce un movimiento horizontal, deshaciendo la verticalidad totalitaria
(11,2; 11,8a).
Por
tanto, el relato no es una apología del totalitarismo, sino al contrario, Dios
castigó el delirio fantoche de los regímenes mesopotámicos, al hacerlo, Dios
bendice, de manera implícita, a la humanidad con la liberación de la
diversidad, de la multiplicidad, del pluralismo, para que ningún ególatra
pretenda adueñarse de la humanidad.
¡Gloria
a Dios!
Prof.
Mauricio Shara
No hay comentarios.:
Publicar un comentario