Introducción
Pablo
sostiene en sus cartas auténticas que en su celo por la Ley llegó a perseguir a
los cristianos. Veamos un elenco de escrituras al respecto:
Porque
yo soy el último de los Apóstoles, y ni siquiera merezco ser llamado Apóstol,
ya que he perseguido (edíoxa) a la Iglesia de Dios. (1 Co 15,9)
Seguramente
ustedes oyeron hablar de mi conducta anterior en el Judaísmo: cómo perseguía (edíokon)
con furor a la Iglesia de Dios y la arrasaba (Ga 1,13)
Las Iglesias de Judea y que creen en Cristo no me
conocían personalmente, sino sólo por lo que habían oído decir de mí: «El que
en otro tiempo nos perseguía (díokon), ahora anuncia la fe que antes quería
destruir». (Ga 1,22-23)
Por
el ardor de mi cielo, perseguidor (díokon) de la Iglesia; y en lo que se
refiere a la justicia que procede de la Ley, de una conducta irreprochable. (Flp 3,6)
Lamentablemente, entre las malas películas y las malas predicaciones sobre san Pablo hemos incorporado como una verdad inamovible y perpetua que la raíz griega "dioko" significa "perseguir como un policía persigue a un delincuente" haciendo del Apóstol una suerte de "policía" antes de su conversión. De esta manera se han reproducido de manera casi infinita las predicaciones y los "testimonios de vida" de cristianos que intentando deliberadamente asemejarse lo más posible a san Pablo lo expresan bajo un modelo exageradísimo de: "yo era un hombre pecador...ahora soy un ungido de Dios" p.e. "yo era un policía corrupto y ahora soy el ungido del ejército de Dios", etc. Prácticamente, hoy, no existe un solo líder manipulador sectario que no intente asemejarse deliberadamente a esta caricatura de san Pablo invocando esta exagerada cuestión en términos de: "antes..después" como si se tratara de una falaz publicidad para bajar de peso o hacerse bonito.
Ahora
bien, la expresión "díoko"
y sus derivaciones en las Escrituras observadas podría traducirse de diversas
maneras: combatir, obstruir, discutir, acusar, etc.[1]
Todavía más, hasta podemos encontrar Escrituras auténticas de Pablo en donde
esta palabra ni siquiera tiene connotaciones negativas, sino positivas:
Procuren (díokete)
alcanzar ese amor
(1 Co 1,14) - En este caso podemos hablar de proseguir hacia el bien, proseguir
hacia el amor, ya que al bien o al amor no lo "perseguimos como se
persigue a un delincuente hasta meterlo preso", como si el amor fuera un
huidizo a nuestra presencia a quien solo podemos aspirar a encarcelar. Porque
si esto fuera así, entonces el amor sería impracticable y así con nuestra mala
interpretación estaríamos diciendo exactamente lo contrario que intenta decir
san Pablo: Procuren (díokete) alcanzar ese amor.
Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni
logrado la perfección, pero sigo mi carrera (díoko) con la esperanza de
alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo no
pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino
recorrido, me lanzo hacia adelante y corro (díoko) en dirección a la
meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en
Cristo Jesús. (Flp 3,12-14) - ¡Qué maravilla! El
mismo san Pablo nos testimonia que no ha alcanzado la perfección sino que
Jesucristo lo ha alcanzado a él y él prosigue hacia la perfección y hacia el
premio del llamamiento de Dios. No es un "antes...después" mágico
como el de las publicidades falaces y los "testimonios" de los mercaderes
pseudo místicos y sus pobres desgraciados imitadores.
El problema histórico del "Saulo policía"
El libro de los Hechos relata que Saulo
iba a Damasco con poderes de los sumos sacerdotes para llevar encadenados a
Jerusalén a los discípulos. Esto lo encontramos en Hch 9,1-2.21; 22,5; 26,12).
El problema radica en que "en tiempos de san Pablo -bajo la dominación romana-
Jerusalén y Damasco pertenecían a distintas jurisdicciones y estaban, por lo
tanto, bajo diferentes gobernadores romanos. No se entiende cómo Saulo, por
motivos exclusivamente religiosos de los judíos, podía apresar personas de un
territorio y llevarlas encadenadas a otro. Tampoco se explica que el sumo
sacerdote de Jerusalén pudiera dar autorización para esta clase de actos,
cuando esto no estaba al alcance de su potestad".[2]
Por tanto, no podemos tomar al Libro de
los Hechos como un libro de historia documental y científica porque no se trata
de eso, sino que "Lucas" ha pretendido brindar un relato
contemplativo exaltando al héroe san Pablo.
Los relatos de "conversión"
A continuación veamos algunas
diferencias al principio de los 3 relatos en paralelo:
- En Hch 9 el relato es en 3a. persona. En Hch 22 y Hch 26 el relato es en 1a. persona.
- En 9,7 los compañeros de Pablo oyen la voz pero no ven la luz.
- En 22,9 y 26,13 todos ven la luz pero los compañeros no oyen la voz.
- En 9,1 sólo Pablo cae en tierra.
- En 26 todos caen en tierra.
Luego,
hay más diferencias, pero con esto nos alcanza para constatar que el autor
sagrado no se preocupó por brindar una historia tal cual ocurrieron las cosas
sino que su interés pasa por aportar una historia teológica o teologizada
acerca del encuentro entre Pablo y Cristo resucitado.
Es
quizá bueno aclarar que estas diferencias no responden a necesidades literarias
del autor sagrado como sería la cuestión de distintos auditorios en los tres
relatos ya que no se constata que exista una necesidad de cambiar elementos. De
ser así, habría que determinar concretamente a qué obedecen esos cambios por
cuál o cuáles necesidades y argumentar satisfactoriamente. La Biblia está llena
de diferencias de este tipo entre relatos y los autores sagrados no mostraron
preocupación por esto sino por las verdades teológicas que intentan comunicar,
más allá de las contradicciones.
La sección
litúrgica 9,1-22
Determinar
el texto bíblico no es difícil. Comienza en 9,1 ya que antes nos habla de un
tema completamente distinto (Felipe bautizando al eunuco en 8,26-40). Luego, a
partir de 9,20 el texto nos habla de la predicación, fuga y recibimiento en
Jerusalén de san Pablo hasta el hasta el 9,30 y la conclusión de 9,31.
Por
tanto la sección litúrgica está compuesta por 1) el texto bíblico sobre el relato
del encuentro de Pablo con Jesucristo resucitado en 9,1-19 y 2) por una parte
del texto siguiente (9,20-22).
Secuencias:
1)
9,1-2
2)
9,3
3)
9,4
4)
9,5-6
5)
9,7
6)
9,8
7)
9,9
8)
9,10-12
9)
9,13-16
10)
9,17
11)
9,18a
12)
9,18b
13)
9,19
14)
9,20-21
15)
9,22
Podemos
agrupar ahora las secuencias:
9,1-9
visión de Saulo (S 1 a 7)
9,10-16
visión de Ananías (S 8 a 9)
9,17
acción de Ananías (S 10)
9,18-19
Saulo recobra la vista y las fuerzas (S 11 a 13)
Se
nota el texto (9,1-19) como unidad. Por ejemplo, siempre nos
habla de Saulo. Luego, comienza un tema nuevo, derivado de este relato con
"Pablo".
9,20-22
Pablo predica a Jesús como Mesías (S 14 a 15)
La cuestión del
caballo
Obviamente
que el libro de los Hechos no nos habla de ningún "caballo" en los
relatos de la vocación de san Pablo sino que esta creencia popular responde a
un cuadro del genial pintor manierista Caravaggio que a continuación reproducimos.
Así que respecto a esto podemos responder con alegría: "¡la cuestión del
caballo: Caravaggio!".
La llamada
"conversión" de san Pablo
Según
el libro de los Hechos san Pablo se habría convertido del judaísmo al
cristianismo, pero según sus propias cartas auténticas lo que recibe Pablo es,
más bien, una vocación al seguimiento de Jesucristo y a la catolicidad de la
Buena Nueva. Si bien Pablo se arrepiente de algunos valores anteriores y los
considera defecación (Flp 3,7-8), eso no quiere decir que san Pablo renegara de
ser judío (cf. Ro 11,1-2)[3]
sino que entiende que Jesucristo resucitado es la culminación del judaísmo
universal para todas las naciones: el Evangelio, la Palabra de Dios, la
catolicidad.[4] Con esto no intentamos sugerir cambiar el
nombre de la fiesta, que de cualquier manera da a entender un cambio profundo,
sino simplemente tratar de entender la humanidad del Apóstol.
Prof.
Mauricio Shara
[3] Resulta harto interesante este
versículo en donde Pablo se siente orgulloso de ser judío. Lo contrario afirma
en 1 Ts 2,14-16 pero, aunque la I Carta a los tesalonicenses es la primera
escrita por el Apóstol, esta escritura en particular ha sido probablemente
interpolada en un período posterior a san Pablo, en donde ya existía una amplia
confrontación con el judaísmo que amerita lo que dice (es la única vez que el corpus paulinum habla mal de los
judíos).
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