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viernes, 18 de marzo de 2016

¡Hacia adelante!


Más aún, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él perdí todas las cosas; incluso las tengo por basura para ganar a Cristo y encontrarme arraigado en él, no mediante mi justicia, la que viene de la Ley, sino mediante la que viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe. Pretendo así conocerle a él, sentir el poder de su resurrección y participar en sus padecimientos, haciéndome semejante a él en la muerte y tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. No es que lo dé ya por conseguido o que crea que ya soy perfecto; más bien continúo mi carrera por ver si puedo alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí. Por mi parte, hermanos, no creo haberlo conseguido todavía. Sin embargo, olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante,  corriendo hacia la meta, al premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús. (Filipenses 3,8-14)



Introducción

Filipos era una ciudad de Macedonia oriental, allí san Pablo predicó por primera vez la Palabra de Dios en Europa junto a Silvano, Timoteo y otro compañero (Hch 16,11-12), allí también bautizó a Lidia, la vendedora de púrpura (Hch 16,14).

Esta Carta fue escrita por san Pablo desde la cárcel, pero no sabemos con exactitud de qué cárcel se trata (Fil 1,12-14), lo más probable es que estuviera ubicada en Éfeso.

Generalmente se divide la Carta en 3 grandes secciones, el pasaje que nos ocupa formaría parte de una tercera sección o carta (3,2-4,3.8-9) escrita quizá entre el 57 y 58 d.C. la más tardía de las tres.


Una estructura para facilitar la lectura de la Carta a los Filipenses:

A. 1,1-2 Saludo epistolar inicial.
B. 1,3-2,4 Responsabilidad pastoral del Apóstol por los filipenses.
C. 2,1-2,18 I ejemplo: Jesucristo.
D. 2,19-24 II ejemplo: Timoteo.
D'. 2,25-30 III ejemplo: Epafrodito.
C'. 3,2-4,9 IV ejemplo: Pablo mismo.
B'. 4,10-20 Responsabilidad pastoral de los filipenses por el Apóstol. 
A'. 4,21-23 Saludo epistolar final.

Así, nuestra sección litúrgica se encuentra en la parte C' que comprende desde 3,2 a 4,9 y el tema central es el autorreferencial ejemplo del Apóstol, lo cual marca un aspecto importante e insoslayable de su riquísima personalidad. A Pablo no le interesaba en lo más mínimo la falsa humildad, es decir, aquella con la que se esconden y disfrazan las chaturas y las mediocridades. San Pablo no tenía un perfil alto, tenía un perfil altísimo. Es necesario decir estas cosas para poder entender la sección litúrgica y no caer en el lugar común, aburrido e insoportable caleidoscopio ideológico espiritualista. San Pablo era un ser humano.

Si tuviéramos a san Pablo hoy en la Iglesia ¿lo soportaríamos? sólo es una pregunta...


La sección litúrgica

El Apóstol renuncia aquí a sus títulos judíos pero no porque sean malos en sí mismos sino porque están relacionados a la Ley mosaica, que él entiende como antagónica al acto de fe en Jesucristo. Acá no se trata de desvalorizar toda clase de títulos o estudios, nada tiene eso que ver con la intención del autor. La ganancia es Cristo mismo. Pablo recuerda las ponderaciones a la Sabiduría en Pr 8; Job 28 y Sb 7, Cristo es la Sabiduría y por eso todo el conocimiento religioso anterior del Apóstol es nada comparado con Jesucristo.

La peor interpretación que podríamos hacer de este pasaje sería una hipócrita apología de la chapucería. Nuevamente, eso no guarda ninguna relación con el texto.

En el v.9 hay una síntesis de la doctrina paulina de Romanos y Gálatas: y encontrarme arraigado en él, no mediante mi justicia, la que viene de la Ley, sino mediante la que viene por la fe en Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe.

Frase que corona el discurso son los vv.10-11: Pretendo así conocerle a él, sentir el poder de su resurrección y participar en sus padecimientos, haciéndome semejante a él en la muerte y tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. No es que lo dé ya por conseguido o que crea que ya soy perfecto; más bien continúo mi carrera por ver si puedo alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí.

Esto es conocer a Jesucristo por experiencia personal, íntima con Dios, comunión con Él con la esperanza puesta en la resurrección.

Los vv.12-14: No es que lo dé ya por conseguido o que crea que ya soy perfecto; más bien continúo mi carrera por ver si puedo alcanzarlo, como Cristo Jesús me alcanzó a mí. Por mi parte, hermanos, no creo haberlo conseguido todavía. Sin embargo, olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante,  corriendo hacia la meta, al premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús. Pablo compara la vida con una competencia atlética desde el llamado hasta la concesión del premio, así como Cristo alcanzó a Pablo camino a Damasco, así Pablo tiene que recorrer lo que le falta para alcanzar a Cristo, como ministro competente.

A veces, en una sintonía extraña se escucha que la competencia y lo competente fueran malos a los ojos de Dios. San Pablo hoy nos demuestra que esa es una mentira del diablo para impedir nuestra carrera al premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús.

Tratemos de imitar al Apóstol en esa dinámica, en esa energía, en es excelencia, en esa pasión, porque es realmente amar a Dios y al prójimo.



Prof. Mauricio Shara

1 comentario:

  1. Anónimo3/19/2016

    Como Pablo no creo haber alcanzado la santidad, que Dios nos pide, pero sigo la carrera, en el tiempo que El me otorgue de vida, para llegar a la meta...!!!!!!!!!!!!!!!
    ETEL

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