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jueves, 28 de enero de 2016

Gema bíblica - Lo que se espera de un líder - II Samuel 23,14-17


Tres de los Treinta bajaron juntos, durante el tiempo de la cosecha, y se unieron a David en la cueva de Adulam, mientras un destacamento de los filisteos acampaba en el valle de Refaím. David se encontraba entonces en el refugio, y una guarnición filistea estaba en Belén. David manifestó este deseo: «¡Quién me diera de beber agua del pozo que está junto a la Puerta de Belén!». Los Tres Valientes irrumpieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo que está junto a la Puerta de Belén, la trajeron y se la presentaron a David. Pero él no quiso beberla y la derramó como libación al Señor, diciendo: «¡Líbreme el Señor de hacer tal cosa! ¡Es la sangre de estos hombres, que han ido allí exponiendo su vida!». Y no quiso beberla. Esto es lo que hicieron los Tres Valientes. (II Samuel 23,14-17).

 
Sobre Alejandro Magno se dice algo similar en la "Historia de Alejandro Magno de Macedonia" de Quintius Curtius Rufus (Libro VII, 5,1-16), hay una buena traducción en la página web inter.classica.um.es. Mientras todo el ejército sufría de sed bajo el calor de lo que hoy es el desierto de Afganistán, a tal punto que sin agua habían bebido todo el vino y aceite que tenían. Dos de sus hombres trajeron dos odres de agua para que bebiera el rey, pero él se negó a hacerlo porque no alcanzaba para todos sus hombres.

Hoy, vemos en Latinoamérica un hastío enorme de la mayor parte de la población hacia liderazgos tiránicos que hablan todo el tiempo a favor de los pobres pero que actúan en contra de ellos, quitándoles el sentido de la necesidad para desarrollarse, promoviendo así el crecimiento exacerbado de la pobreza.

En el relato bíblico, el rey David también rechaza beber el agua que le habían conseguido del pozo cercano a su ciudad natal porque sus valientes habían arriesgado su sangre para llevársela y prefirió derramarla como libación a Dios. Así comparó David el agua a la sangre de esos valientes que pudieron morir para satisfacer el deseo del líder.

Pero David es un líder positivo y sabe lo que dice Lv 17,11: Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo mismo les he puesto la sangre sobre el altar, para que les sirva de expiación, ya que la sangre es la que realiza la expiación, en virtud de la vida que hay en ella.

Ningún líder puede satisfacerse con la vida de su gente porque es sagrada y sólo pertenece a Dios, esa es la actitud de liderazgo que agrada al Señor. Lo mismo podemos aplicarlo de maneras diversas a nuestras comunidades cristianas.



Prof. Mauricio Shara

1 comentario:

  1. Anónimo2/01/2016

    Excelente tu Art., ademas de ello, David era un hombre conforme al corazon de Dios.! Entiendo que para comprenderlo hay que mirarlo desde esa perspectiva...!!!!!!!!!!!!!!!
    ETEL

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