Tres de los Treinta bajaron juntos,
durante el tiempo de la cosecha, y se unieron a David en la cueva de Adulam,
mientras un destacamento de los filisteos acampaba en el valle de Refaím. David
se encontraba entonces en el refugio, y una guarnición filistea estaba en
Belén. David manifestó este deseo: «¡Quién me diera de beber agua del pozo que
está junto a la Puerta de Belén!». Los Tres Valientes irrumpieron en el
campamento filisteo, sacaron agua del pozo que está junto a la Puerta de Belén,
la trajeron y se la presentaron a David. Pero él no quiso beberla y la derramó
como libación al Señor, diciendo: «¡Líbreme el Señor de hacer tal cosa! ¡Es la
sangre de estos hombres, que han ido allí exponiendo su vida!». Y no quiso
beberla. Esto es lo que hicieron los Tres Valientes. (II Samuel 23,14-17).
Sobre
Alejandro Magno se dice algo similar en la "Historia de Alejandro Magno de
Macedonia" de Quintius Curtius Rufus (Libro VII, 5,1-16), hay una buena
traducción en la página web inter.classica.um.es. Mientras todo el ejército
sufría de sed bajo el calor de lo que hoy es el desierto de Afganistán, a tal
punto que sin agua habían bebido todo el vino y aceite que tenían. Dos de sus
hombres trajeron dos odres de agua para que bebiera el rey, pero él se negó a
hacerlo porque no alcanzaba para todos sus hombres.
Hoy,
vemos en Latinoamérica un hastío enorme de la mayor parte de la población hacia
liderazgos tiránicos que hablan todo el tiempo a favor de los pobres pero que
actúan en contra de ellos, quitándoles el sentido de la necesidad para
desarrollarse, promoviendo así el crecimiento exacerbado de la pobreza.
En
el relato bíblico, el rey David también rechaza beber el agua que le habían
conseguido del pozo cercano a su ciudad natal porque sus valientes habían arriesgado
su sangre para llevársela y prefirió derramarla como libación a Dios. Así
comparó David el agua a la sangre de esos valientes que pudieron morir para satisfacer
el deseo del líder.
Pero
David es un líder positivo y sabe lo que dice Lv 17,11: Porque la vida de la carne está en la
sangre, y yo mismo les he puesto la sangre sobre el altar, para que les sirva
de expiación, ya que la sangre es la que realiza la expiación, en virtud de la
vida que hay en ella.
Ningún líder puede
satisfacerse con la vida de su gente porque es sagrada y sólo pertenece a Dios,
esa es la actitud de liderazgo que agrada al Señor. Lo mismo podemos aplicarlo
de maneras diversas a nuestras comunidades cristianas.
Prof. Mauricio Shara
Excelente tu Art., ademas de ello, David era un hombre conforme al corazon de Dios.! Entiendo que para comprenderlo hay que mirarlo desde esa perspectiva...!!!!!!!!!!!!!!!
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