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El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama
también al que ha nacido de él, 2 La señal de que amamos a los hijos de Dios es
que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. 3 El amor a Dios consiste en
cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, 4 porque el que
ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es
nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios? 6 Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con
el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu es la verdad.
(I Juan 5,1-6)
Introducción
La I Carta
de Juan carece de la forma de una carta o epístola: remitente, destinatario(s),
saludos, noticias personales, despedida. Por lo tanto, no pertenece a este
género literario. Mejor parece una exhortación en respuesta a la virulencia de
la propaganda de los "escindidos" de la comunidad, líderes de gran
personalidad que atraían a muchos seguidores en torno de cada uno: los
gnósticos.
La mayoría
de los estudiosos atribuyen la I de Juan al "Presbítero" de la II y
III Carta y se habría escrito a principios del siglo II d.C. Nótese que los
adversarios de Jesucristo ya no son aquí "los judíos" como en el
Evangelio joánico sino estos "separatistas" a los que trata de
"anticristos" (I Jn 2,18.22; 4,3; II Jn 7), "falsos
profetas" (I Jn 4,1), "mentirosos" (I Jn 2,22). La forma de
creencia de estos "escindidos" era de corte espiritualista, esotérico,
por eso Jesús para ellos era una suerte de "fantasma". Estamos en los
inicios de lo que luego serían las herejías monofisitas en donde Jesús es sólo
Dios y su humanidad estaba ausente.
Hoy, el
gnosticismo se halla en rincones de muchas religiones: cristianismo, judaísmo,
islam, etc. además de la "new age".
Las "doctrinas teosóficas" p.e. son formas de gnosticismo y han sido
condenadas por la Iglesia en el magisterio de Benedicto XV, en 1919 (DH 3648).
Estructura
Resulta muy
difícil subdividir esta exhortación (toda la I de Juan), ya que parece escrita
para leerla toda de una sola vez y no por partes. Pero podemos observar que
nuestra sección litúrgica presenta dos grandes temas:
1) La
relación entre "fe" y "amor" (5,1-5)
2) Jesucristo
vino por el "agua" y por la "sangre" (5,6)
Comentario:
5,1 Fe y Amor: El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de
Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él.
Acá
intervienen dos datos fundamentales en relación: la fe y el amor. El que cree
que Jesús es el Cristo ha sido "engendrado" (gegénnetai) por Dios. Es el realismo de la escuela joánica que se
opone al espiritualismo gnóstico que consideraba como sucio todo lo material,
por eso se jactaban de ser "pneumáticos" o "espirituales".
De esta forma, la tradición joánica no sólo asume la carne sin pecado del Hijo
de Dios sino también nuestra materialidad como integrante de la creación de
Dios. Dios nos ha creado así, somos carne y espíritu. Así, el que ama a Dios
debe amar a todos los "engendrados" por Él, no sólo al Hijo de Dios
sin pecado, sino también al ser humano que como tal y con su libertad e
imperfecciones ha creído que Jesús es el Cristo.
5,2-3: Amor y Santidad. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que
amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir
sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga
Pero, a su
vez, el que ama a sus hermanos (de carne y espíritu) también necesita vivir en
santidad, amar a Dios y cumplir sus mandamientos. Esto viene bien en un tiempo
en que hay quienes marcan las tintas en todo lo material (¿materialismo
dialéctico?) y se olvidan de lo espiritual, los que creen que la Iglesia es un
partido político demagógico. La I de Juan no reniega de ninguna de las dos
cosas: lo espiritual y lo material.
Es bueno
recordar que el cristianismo no es una suerte de "religión hippie" o
"religión de amor libre" al estilo del Manifiesto Comunista, algo que
se queda en la inconsistencia de una aparente libertad pero que termina en
esclavitud, sino que el amor a los hermanos no va en detrimento del amor a Dios
y desea hacer lo que a Él le gusta y aborrece lo que Él aborrece (lo que señala
la Revelación). Por eso, esta experiencia integradora consiste en buscar la
santidad, cumplir sus mandamientos, los cuales no son pesados.
5,4-5 La
fuerza victoriosa que vence al mundo es nuestra fe. Porque el que ha nacido de Dios,
vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién
es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
El mundo
plantea obstáculos para vivir en santidad, pero Jesús ha vencido al mundo y la
fuerza victoriosa que vence al mundo es nuestra fe. Porque esta espiritualidad
no es triste sino alegre. Todo aquel "engendrado" por Dios vence al
mundo por medio de la fe. Así se desarrolla la armoniosa relación entre
"fe" y "amor", en donde el amor no está descabezado sino
encabezado por la fe, es nuestra fe la que vence al mundo.
5,6
Cristología de tradición joánica.
Jesucristo vino por el agua y por la
sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el
Espíritu es la verdad.
Este
versículo es cristológico y evoca Juan 19,34-35: "sino que uno de los soldados le
atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El
que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la
verdad, para que también ustedes crean".
En el Evangelio joánico el agua simboliza el
Espíritu, aunque esto ya aparece en el AT. Veamos p.e. Juan 7,37-39, es bastante
claro al respecto: El
último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, poniéndose de pie, exclamó: «El
que tenga sed, venga a mí; y beba el que cree en mí». Como dice la Escritura: "De
su seno brotarán manantiales de agua viva". El se refería al Espíritu que
debían recibir los que creyeran en él. Porque el Espíritu no había sido
dado todavía, ya que Jesús aún no había sido glorificado.
También el Evangelio de Juan habla de la sangre de
Jesús en el contexto eucarístico. Veamos Juan 6,53-56: Jesús les respondió: «Les aseguro que
si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida
en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi
sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en
mí y yo en él.
De esta manera, la I de Juan bebe de la fuente joánica para buscar
entendimiento acerca de quién es Jesús, cómo vino Jesús, y ese entendimiento es
integrador: no sólo el Espíritu sino también la sangre, no sólo el Bautismo
sino también la Eucaristía. Para la tradición joánica todo esto llega luego de
la cruz de Jesús y no antes, y es en la cruz donde brota "sangre y
agua" del costado de Jesús, así nació la Iglesia.
¡La fuerza victoriosa que vence al mundo es nuestra
fe!
Prof. Mauricio Shara
Bibliografía:
Yves-Marie Blanchard,
Los escritos joánicos. Una comunidad que
atestigua su fe. CB 138, Estella, Verbo Divino, 2012.
Raymond Brown, El Evangelio y las cartas de Juan,
Bilbao, Desclée de Brouwer, 2010.
José Oriol Tuñí; Xabier Alegre, Escritos joánicos y cartas católicas,
Estella, Verbo Divino, 1995.
Felipe Fernández Ramos,
Primera Carta de Juan en Comentario
Casa de la Biblia, Casa de la Biblia y otros, 1995.
Francis Martin,
1 Juan en Comentario Bíblico
Internacional, Navarra,
Verbo Divino, 2005.
Pheme Perkins,
Cartas de Juan en Nuevo Comentario
Bíblico San Jerónimo, Estella, Verbo Divino, 2004.
Claudio Vianney Malzoni,
Primera Carta de Juan en Comentario
Bíblico Latinoamericano NT, Navarra, Verbo Divino, 2007.
Michèle Morgen,
Las cartas de Juan. CB 62, Estella,
Verbo Divino, 1988.
Es todo un proyecto de vida, compartir nuestra Fe...!!!
ResponderBorrarVayamos con valentia, a comunicar al mundo su mensaje de amor, misericordia y paz.!!!!!!!!!!!!!!!
ETELVINA
En este S.XXI, en que hay nuevos martires, que dan su vida, testimoniando su Fe. Roguemos
ResponderBorrarpoder hacer nosotros lo mismo...!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ETELVINA