13 Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal
pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino
para ser tirada y pisada por los hombres. 14 Ustedes son la luz del mundo. No
se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. 15 Y no se
enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre
el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. 16 Así debe
brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que
ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. (Mateo 5,13-16).
Introducción
La
perícopa está determinada por la sección de las Bienaventuranzas (5,3-12) y la
sección donde el autor sagrado describe las buenas obras de 5,16, es decir:
5,17-48. Entonces la sección litúrgica coincide totalmente con la perícopa
bíblica: 5,13-16.
Asimismo,
el evangelista utiliza la figura literaria "símil" para construir el
mensaje.
La sal de la tierra
El
v.13 tiene un sentido que es captado inmediatamente: la sal puede mantener su
esencia o perder su esencia, puede salar o no salar, y si pierde su razón de
ser ya no sirve para nada. Pero, al prestar más atención al texto surge algo
contradictorio, porque si somos la sal de la tierra ¿por qué cuando ya no sirve
es tirada y pisoteada? porque si es pisoteada es porque está en la tierra.
Podría decir: "ustedes son la sal del mundo" y entonces sí habría un
entendimiento inmediato y completo, porque el kosmos es la creación. Así, la gran pregunta que debemos hacernos
es ¿qué es la "tierra"? para Mateo. ¿Será el planeta? Obviamente que
no porque la Biblia nunca habla de "planeta" o "planetas".
La
palabra griega que usa el evangelista es gé
(gue), la utiliza el hagiógrafo de tres grandes maneras diferentes:
·
Como
territorio: en Mt 2,6: "tierra de Judá"; Mt 2,20.21; 4,15; 5,5 (la
tierra como la "tierra prometida"), 10,15 y otros.
·
Como
suelo, piso, en el campo: en Mt 10,29; 13,5.8.23; 25,18-25 y otros.
·
Como
parte del todo que llamamos "creación" (cielo y tierra): Mt 12,40;
17,25; 18,18; 24,30.35 y otros.
De
estos usos tienen sentido coherente en la perícopa el que se refiere a la
tierra como territorio y como parte del todo "creación". Siendo así e
introduciendo, heurísticamente, un elemento ajeno al texto como la comida, los
alimentos, podemos interpretar que el cristiano le da sabor a su entorno así
como la sal a la comida.
Pero
¿dónde está la comida en el texto? ¿es esto lo que quiere decir Mateo? La heurística
nos ayuda a descubrir sentidos válidos para una relación vital con la Palabra
de Dios, pero quizá no es el sentido original. Por eso, y vaya un comentario
excurso, no se trata aquí, en este estudio o en cualquier otra actividad, de
creernos los "dueños del Espíritu Santo", pero tampoco se trata de
caer en la chapuza autodidacta que siempre se disfraza de "humildad" pero
es falsa humildad, sino que más bien se trata de estudiar con esmero la Sagrada
Escritura, de amar la Biblia, de tratar bien a la Palabra de Dios y tratar de
dar lo mejor al Pueblo de Dios ¡eso es humildad! Además, saber sin confusión
qué es lo que realmente estamos haciendo con la Biblia: estudiar, orar, predicar,
un ejercicio espiritual, un ejercicio heurístico, etc.
"El dicho sobre la sal debe entenderse en la versión
más antigua de Q partiendo de la conclusión, como una amenaza".[1] El dicho
(logion) sobre la sal es: "ustedes son la sal de la tierra".
Mc 9,49-50 contiene un dicho sobre la
sal, pero no nos habla de la "tierra". Siguiendo el consejo de Ulrich
Luz de ir a Q, entendemos primero que aquello que está en Mt y Lc y no está en
Mc es de Q. Lc 14,34-35 dice: La sal es una cosa excelente, pero si pierde su
sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve ni para la tierra ni para
abono: hay que tirarla. ¡El que tenga oídos para oír, que oiga!. Acá hay algo interesantísimo, porque nos habla de la "tierra".
Luego, la traducción "abono" de la versión argentina corresponde a la
palabra griega koprían que quiere
decir literalmente: estercolero. De hecho, nadie abona una plantación con sal,
a menos que se trate de sal marina en proporciones muy reducidas a pequeñas
plantas en macetas. Pero acá en el texto bíblico debemos ubicarnos en el siglo
I y no en la complejidad del posmodernismo.
Otra interpretación posible está sustentada en que
después del exilio las ofrendas a Dios siempre se debían salpicar con sal: Ez
43,24; Lv 2,13 como un gesto, un símbolo, que representa una obra: la
perennidad de la alianza de Israel con Dios.
Ahora bien, según el aporte del padre Armando
Levoratti, el horno de barro en Palestina era llamado "tierra".[2]
En Job 28,5 versión Jerusalén 2009 dice: "La tierra que produce alimentos se trastorna por
debajo con fuego". Esa "tierra" es el horno de barro.
Una traducción literal del hebreo en Job 28,5 sería: "De la tierra sale el
pan y debajo de ella está revuelto por fuego". También se utilizaba para
fundir metales (cf. Job 28,2). El horno era alimentado por estiércol que para
arder se le tiraba sal, al fondo del horno también se ponía una capa de sal
como agente químico que hacía arder y mantenía el calor del horno. A orillas
del Mar Muerto se encontraba la sal que los judíos usaban en sus hornos. Pero
también este calor del horno hace que la sal pierda su salinidad, su esencia,
su razón de ser. Así debe ser retirada y arrojada afuera: Ya no sirve para nada, sino para ser tirada
(afuera) y pisada por los hombres.
Según Fred Wight[3]
en la Palestina de los tiempos de Jesús habían varios tipos de hornos,
incluyendo unos muy grandes y públicos, en los cuales las mujeres se turnaban
para hacer el pan. De aprox. un metro de ancho por un metro y medio de alto, las
llamas eran considerables a tal punto que Malaquías 3,19 hace una referencia
escatológica tomando un horno como imagen literaria. Ahora también podemos
entender mejor, de paso, Mc 9,49-50 y su contexto. Veamos una bonita ilustración con fines didácticos:
Esta parte está bastante clara (v.14), solamente
que no se debe interpretar qué es "la ciudad" con alegorismos. La
ciudad es simplemente una ciudad visible.[4]
La metáfora de la luz para los judíos es amplia, aunque es recurrente la
relación con la vida, lo contrario es la oscuridad, la muerte. Adrián Leske
ubica la imagen mateana la luz con su origen en Isaías 9,1-2; 42,6-7.16; 49,6;
51,4; 48,8.10; 59,9 encontrando un clímax en Is 60,1-3.[5]
Mateo, que escribe un evangelio moralista,
relaciona la luz con la moral. Por eso, termina la perícopa diciendo: Así debe brillar
ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean
sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. Esas obras son descriptas en 5,17-48, son obras
de los discípulos hacia el prójimo a fin de dar gloria a Dios. Esto es muy
importante porque nuestras obras no son para que nos aplauda el mundo, para
hacernos famosos, sino para que el mundo aplauda a Dios, Él debe ser el
"Famoso". La constitución dogmática sobre la Iglesia "Lumen
Gentium" del Concilio Vaticano II comienza diciendo: "la luz de los
pueblos es Cristo" (lumen gentium
cum sit Christus).
Para que nuestra esencia cristiana no se
desvanezca: ser sal de la tierra y luz del mundo significa que el mundo pueda
ver a Cristo, a pesar de nuestros "vedettismos" y complejos, muchas
veces, obstaculizantes.
¡Sólo a Dios sea la gloria!
Prof. Mauricio Shara
[1] Ulrich
Luz, El Evangelio según san Mateo. Tomo I. Salamanca,
Sígueme, 1993, 300.
[2] Seguimos a Armando Levoratti, Evangelio según san Mateo en Comentario
Bíblico Latinoamericano, Navarra, Verbo Divino 2007, 304.
[3] Cf. Fred Wight, Usos y costumbres de las tierras bíblicas, Michigan, Portavoz,
1981, 47-49.
[4] Ulrich Luz, El Evangelio, 308-309.
[5] Adrián
Leske, Mateo en Comentario Bíblico
Internacional, Navarra, Verbo Divino, 2005, 1156-1157.
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