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viernes, 20 de mayo de 2016

¿Qué es la belleza interior? ¿existe? - Algunas pobres notas personales para una reflexión teológica posterior

Gigi Hadid

En principio la "belleza interior" es un concepto análogo a la belleza exterior, es decir, a la belleza corporal, la cual no es tampoco fácil de definir ya que depende de múltiples factores, pero Tomás definió a la belleza (exterior) como "aquello que agrada a la vista" (quae visa placet), una definición tan simple como genial.


Siguiendo a santo Tomás, entonces, la "belleza interior" debería agradar también, pero ¿a qué? porque para ser belleza ha de manifestarse, sino se manifiesta jamás se puede considerar belleza de ningún tipo.

Ahora bien, si recurrimos a la Biblia encontramos que el "interior" es descripto por la cultura judeo-cristiana antigua con dos figuras: el corazón y las entrañas. En la Biblia el corazón representa a los pensamientos y las entrañas al sentimiento. Así el interior sería una combinación de pensamiento y sentimiento. Siendo así, diremos que el interior es la inteligencia, síntesis de la racionalidad y la emocionalidad.

Por lo tanto, concretamente y basados en la Biblia, podemos afirmar entonces que la persona bella interiormente es la persona inteligente, aquella que es capaz de poseer bellos pensamientos y bellos sentimientos.

Gracias a la Revelación hemos podido anclar más concretamente a la "belleza interior" en pensamientos y sentimientos, en inteligencia. Gracias a eso, podemos afirmar análogamente que la "belleza interior" es aquella que agrada a la inteligencia, así como la "belleza exterior" agrada a la vista. Así, la forma exterior agrada a la vista y la forma interior agrada a la inteligencia.

Pero también existen otras formas de belleza exteriores p.e. el arte y la literatura las cuales agradan a la inteligencia, síntesis de racionalidad y emocionalidad. Pero también pueden agradar a la vista p.e. una pintura o una escultura. También la música es captada por el oído y hasta un perfume podría considerarse bello al olfato. Por eso, el tema se vuelve muy complejo y no es tan fácil de tratar.

A esta altura convendría preguntarnos si la belleza (exterior) además de agradar a la vista no agrada también a la inteligencia. Con lo cual podríamos superar la genial definición tomista sobre la belleza: "aquello que agrada a la vista" (quae visa placet), que ha sido nuestro punto de partida.

Conviene también ubicar los factores psicológicos dentro de la percepción subjetiva de la realidad: lo que para alguien es bello para otro puede no serlo.

También conviene dejar de lado a la moral (ideológica) en este asunto, no hace otra cosa que entorpecer la contemplación de la belleza con sus tontos conceptos sobre el bien y el mal. Porque lo bueno es bueno y no necesariamente bello, y lo malo es malo y no necesariamente feo. Puede existir el asesinato como arte y presentado estéticamente a la vista de un psicópata pero también ser eso literariamente bello a la inteligencia de cualquiera y puede existir una buena acción que repugne a la vista como bañar a un linyera completamente sucio. Y aún el asesinato artístico podría agradar a las inteligencias más desarrolladas y el baño a un hombre completamente sucio y defecado podría repugnar a las inteligencias más desarrolladas. Porque sentimentalmente nos vamos a mover hacia la belleza y racionalmente hacia la bondad.  

Sólo buscando refugio en la "diosa razón" encajaría coherentemente una "belleza interior" a fuerza de remanidas virtudes, así volveríamos a la Ilustración tan temida y rechazada por la Iglesia. Por eso, conviene dejar de lado la imbécil moralina kantiana, porque hemos descubierto que si Dios habita en la belleza, entonces Dios no habita en la moral (kantiana). Lo que pasa es que belleza no es sinónimo de bondad, aunque lo bello puede movernos hacia lo bueno en una opción libre de la voluntad.

Resulta curioso que el "Buen pastor" en Juan cap. 10 no es otro sino el "Bello pastor", traducido deficientemente como "bueno" por la vieja moralina que hasta hoy se conserva, ideológicamente, para no escandalizar al maniqueísmo actual, instalado en muchos laicos de la Iglesia, espiritualistas incapaces de contemplar la belleza, que como huidizos roedores corren a buscar refugio en sus ideologías religiosas.

Hasta hemos transformado al bello y erótico Cantar de los Cantares en un espantoso libro espiritualista y mojigato. Hemos transformado la belleza de los cuerpos del dodí y la kalá y en interpretaciones celestiales. Hemos abandonado la belleza sexual del Cantar del los Cantares por interpretaciones maniqueas, llenas de ilusión y carentes de belleza. Hemos abandonado el deseo sexual del Cantar de los Cantares por la represión sexual ideológica estoica.

Aún podría inventarse una buena alegoría sobre Cristo y la Iglesia arriba de las metáforas eróticas del Cantar de los Cantares, pero hacerlo sin avasallar a la autora o autores sagrados de una de las obras literarias con mayor tensión sexual de la historia.  

No hay nada más feo, que repugne a la vista y a la inteligencia, que la estúpida ideología maniquea. Hoy no puede impactar al mundo porque, simplemente, carece de belleza y por tanto no impacta a nadie más que a los ideologizados por esta corriente de fealdad.

Entonces, ¿qué es la "belleza interior"? la belleza interior es un don como lo es la belleza exterior, del todo inmerecido. Es Dios habitando en nosotros, es aquello que nos permite impactar a otros porque es un plus, un plus olvidado por los cristianos actuales, tan empeñados en impactar a Dios celestialmente, en lugar de impactar a los hombres terrenalmente. Por eso, la Iglesia carece de impacto porque no es bella, sólo trata de ser "buena", moralmente "buena" y esforzándose tanto no logra alcanzar jamás ese objetivo.

Hemos olvidado que la Palabra de Dios es metáfora, es poesía, es belleza y por tanto captada por la vista y la inteligencia. La hemos transformado en un espantoso "tratado de moral kantiano", feo, horrible, abúlico, reglado y tan agorafóbico como Kant. Por eso, el jansenismo sigue vivo y discriminando injustamente.

Decimos "discriminando injustamente" porque p.e. al dar el asiento a una embarazada en el transporte público hemos "discriminado con justicia".

Así, y a modo de ejemplo, la Madre Teresa de Calcuta no es hermosa interiormente por sus virtudes morales, es hermosa interiormente porque Dios habitó en ella hasta en sus peores momentos, esa es su  belleza interior, es Dios mismo, es quien la impulsó libremente a sus acciones que son la consecuencia, aunque muchas veces ella no captaba su presencia. Más allá de su mal carácter y petulancia lo que impactó públicamente es la imagen de una mujer bella interiormente, captada por la vista y la inteligencia porque Dios es la belleza.  

Concluyendo: toda belleza ha de manifestarse estéticamente o no es belleza. Por eso Dios se manifestó en Cristo al mundo, el bello Pastor.



Mauricio Shara

1 comentario:

  1. Anónimo5/22/2016

    Desde ya que la belleza interior es un don, mas alla de lo que pueda ser el "envase", en el que esta contenido dicho don. Lo mas importan-te es lo que se transmite, cuando Dios habita en cada uno de nosotros
    cuando hemos sido regalagos con ese don...!!!!!!!!!!!!!!!
    ETEL

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