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lunes, 3 de agosto de 2015

Los profetas bíblicos


La expresión "profeta" en hebreo es nabí. Es necesario distinguirlo de otros vocablos en el AT como el "vidente" (roeh), el "visionario" (hozeh) y el "hombre de Dios" (ish´Elohim). Estos diferentes vocablos no se deben confundir pero tampoco separar del fenómeno profético en general.


Los albores del profetismo

Los profetas de Israel al principio no se diferenciaron de los adivinos de las cortes en el contexto del Próximo Oriente antiguo p.e. los profetas egipcios se dedicaban a interpretar sueños como José en Gn 40-41; los profetas cananeos se excitaban por medio de música estridente y bailecitos para entrar en trance, quedando fuera de sí, descontrolados, a veces caían en situaciones violentas p.e. los profetas de Baal en I Reyes 18,26-28: Ellos tomaron el novillo que se les había dado, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Respóndenos, Baal!». Pero no se oyó ninguna voz ni nadie que respondiera. Mientras tanto, danzaban junto al altar que habían hecho. Al mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: «¡Griten bien fuerte, porque es un dios! Pero estará ocupado, o ausente, o se habrá ido de viaje. A lo mejor está dormido y se despierta». Ellos gritaron a voz en cuello y, según su costumbre, se hacían incisiones con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre. ¡Cuánto fanatismo religioso! Esto ha estado presente a lo largo de la historia de los pueblos primitivos p.e. el chamanismo en América, con características muy parecidas, a veces ingiriendo alguna bebida fuerte o alguna fumata como la "ayaguasca" para salir de sí mismos y ver alucinaciones.

En general, este tipo de fenómenos tiene una valoración positiva en los libros de la "gran historia deuteronomista", especialmente en I y II Samuel p.e. I Samuel 19, 23-24: De allí se dirigió a Naiot, en Ramá, y el espíritu del Señor se apoderó de él, de manera que fue caminando en estado de trance hasta Naiot, en Ramá. También él se despojó de su ropa y estuvo en trance delante de Samuel. Luego cayó rendido, y estuvo desnudo todo aquel día y aquella noche. Por eso se puede decir: «¿También Saúl está entre los profetas?». Notemos que ahí dice "el espíritu del Señor", eso es porque en los albores del profetismo del Reino del Norte, Israel, los cananeos ejercieron una gran influencia cultural (ver también I Samuel 10,5-6).


El profetismo propiamente israelita

Pero, en la medida que el fenómeno profético fue avanzando en Israel y Judá, los profetas se fueron separando de estas experiencias, que hoy llamaríamos anacrónicamente "histéricas" o "fanáticas", y los profetas israelitas fueron tomando rasgos propios. A continuación ofrecemos un elenco de estas nuevas características y únicas en la Antigüedad:

·         Mientras los profetas paganos se autoproclamaban, los profetas de Israel y Judá eran llamados por Dios, e incluso resistían su vocación p.e. Is 6,5; Jer 1,6; Amós 7,14-15.
·         Los profetas de Israel y Judá fueron hombres de la Palabra de Dios, no se dedicaban a las adivinanzas, podían tener experiencias extáticas, pero esto no era lo principal sino su servicio como transmisores de la Palabra de YHWH.
·         Eran personas de gran intimidad con Dios, de una profunda religiosidad.
·         Eran intercesores entre el pueblo y Dios.
·         Eran muy críticos, pero a la vez grandes animadores del pueblo hacia la esperanza.


Las distintas etapas del profetismo bíblico

Ofrecemos una brevísima revisión de las principales etapas aproximadas:
·         Hacia el siglo X a.C. van desapareciendo los primitivos "grupos de profetas" de talante cananeo y comienzan a aparecer los profetas "con nombre" p.e. Samuel, Natán, Ajías, Miqueas hijo de Yimlá (I Reyes 22,8-9) Elías, Eliseo.
·         En el siglo VIII a.C. aparecen los "profetas escritores" aunque, hoy sabemos que quienes escribieron fueron sus continuadores, son Amós, Oseas, Miqueas e Isaías.
·         El siglo VII a.C. es el tiempo de Sofonías, Nahum, Habacuc y Jeremías.
·         En el siglo VI a.C. es Ezequiel quien acompaña a los desterrados a Babilonia, también es el tiempo de la segunda gran etapa de la predicación de tradición isaiana que en el libro de Isaías recibe el título de "Deutero-Isaías" o "II Isaías".
·         Desde el siglo V al III a.C. se suceden varios profetas como Ageo, Zacarías, Abdías, Malaquías, Abdías, Joel, tercera etapa de la tradición isaiana llamada "Trito Isaías" o "III Isaías" y la segunda etapa de la tradición zacariana o "II Zacarías".
·         Hacia el 170 a.C. el fenómeno profético deriva en la apocalíptica, un género literario que estará presente hasta el siglo II d.C. uno de sus exponentes es Daniel.
·         A principios del siglo I d.C. vuelve el profetismo a Israel con Juan Bautista y Jesucristo, en un estilo renovado en las formas pero fieles al talante crítico y esperanzador de todos los profetas de Israel. En esa renovación, un nuevo profetismo, anuncian y predican (según que Evangelio sinóptico miremos ya que sólo en Mt aparece Juan Bautista predicando el Reino de Dios) el mensaje más grandioso de todos los tiempos: el Evangelio.
·         Finalmente, en el siglo II d.C. aparecerá un exponente de una apocalíptica especial, con matices proféticos cristianos: el autor del Apocalipsis.


¿Qué sería ser un verdadero profeta cristiano actual?

Creo que se trata, básicamente, de un evangelizador. De ninguna manera creo que se trata de un adivino ni de algo vinculado a la magia, ni a la histeria, ni al fanatismo. No es tampoco un ideologizador o un político, aunque los políticos están continuamente exhortando y tratando de consolar (actividades propias de los profetas) pero lo hacen desde ideas meramente humanas. Un profeta cristiano es alguien que busca las mejores formas para hacer llegar el mensaje del Evangelio en este tiempo. Aunque ha de conservar las características comunes que se encuentran en la Biblia: exhorta y consuela, critica y da esperanza, porque estas características están presentes desde el siglo X a.C. y recorren toda la historia bíblica y porque son necesidades propiamente humanas de buscar a Dios, de ponerse en sintonía con Él, en su amor y su misericordia.   



Prof. Mauricio Shara

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