7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me
envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me
hiere. 8 Tres veces pedí al Señor que me librara, 9 pero él me respondió: «Te
basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». Más bien, me
gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de
Cristo. 10 Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las
privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de
Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (II Corintios 12,7-10)
Introducción
La II carta a los corintios tiene los
mismos destinatarios de la I carta y se escribió un poco después de ella, es
decir, que podemos datarla después del 54 d.C.
El Apóstol describe de manera realista
la vida de esa comunidad cristiana. Además, se siente absorbido por la persona
de Jesucristo, pero se encuentra ante un conflicto interior ¿cómo puede dar el
máximo para la Obra de Dios y ante tantas adversidades seguir el camino humilde
y manso de Jesucristo? También, la carta nos muestra la extraordinaria
capacidad de san Pablo para transmitir la Palabra de Dios en su tiempo, jamás
se sirve de la política para lograr llegar al hombre concreto y su estrategia
es simplemente ser cada día más de Cristo.
Comienza como una carta de
reconciliación, luego nos habla sobre la colecta a favor de la comunidad de
Jerusalén, finalmente emprende una larga defensa de su ministerio. Pablo se ve
a sí mismo como un apóstol muy dotado por el Señor y muy dinámico a favor de la
evangelización, esto lo expresa con sendos argumentos:
1) Que dice sólo la verdad.
2) Que no se gloría en sus méritos
(como hacen las chapuceras "momias parlanchinas" en este tiempo) sino
en la Obra de la gracia de Dios.
3) Que su "gloriarse" era
necesario por la confusión creada por sus adversarios.
Esta sección (12,7-10) se encuentra
dentro de la apología de san Pablo (11,16-12,10) que incluye las revelaciones
privadas porque la comunidad de Corinto estaba compuesta por creyentes
carismáticos que habían desgastado la cuestión de las visiones subjetivas
abusando continuamente de estas cosas para "hacerse un nombre".
¿Quiénes son los adversarios del Apóstol?
Lo dice él mismo en 11,13-15: Estos son falsos apóstoles, que proceden
engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo. Su táctica no debe
sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es de extrañar,
entonces, que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Pero su
fin será digno de sus obras.
Entonces, son falsos apóstoles que
sirven a Satanás, aunque creen estar haciendo grandes cosas para Dios y se
disfrazan de servidores de justicia. Siempre es negativo disfrazar los vicios
de virtudes p.e. cuando se disfraza la cobardía de humildad o la chapucería de
servicio voluntario. Lamentablemente, hay muchos que hablan todo el tiempo de
amor pero no aman a nadie más que a ellos mismos y disfrazan su soberbia de
humildad porque lo que hacen no tiene la calidad que Jesucristo espera de
nosotros. Resulta una experiencia nefasta ponerse a escuchar a estos falsos
apóstoles, a estos comunicadores de sus propias experiencias imaginativas, de sus
creativos relatos de grandezas pseudo-patriarcales. Recordemos que lo que
hacemos en la Iglesia lo hacemos para Él en primer lugar.
El aguijón en la carne
Existen casi 200 hipótesis distintas
sobre el aguijón en la carne de Pablo. Básicamente, podrían ser dos
posibilidades: una "enfermedad" o sus adversarios, en cualquier caso
hablamos siempre de adversidades internas o externas.
La carta, además, en 11,23-28 nos da un
detalle de las grandes adversidades que debió resistir y superar el Apóstol por
su gran responsabilidad. San Pablo no era un chapucero que hacía las cosas de
manera displicente y eso le acarreaba una ralea de desgraciados enemigos: ¿Son
ministros de Cristo? Vuelvo a hablar como un necio: yo lo soy más que ellos.
Mucho más por los trabajos, mucho más por las veces que estuve prisionero,
muchísimo más por los golpes que recibí. Con frecuencia estuve al borde de la
muerte, cinco veces fui azotado por los judíos con los treinta y nueve golpes,
tres veces fui flagelado, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y pasé
un día y una noche en medio del mar. En mis innumerables viajes, pasé peligros
en los ríos, peligros de asaltantes, peligros de parte de mis compatriotas,
peligros de parte de los extranjeros, peligros en la ciudad, peligros en
lugares despoblados, peligros en el mar, peligros de parte de los falsos
hermanos, cansancio y hastío, muchas noches en vela, hambre y sed, frecuentes
ayunos, frío y desnudez. Y dejando de lado otras cosas, está mi preocupación
cotidiana: el cuidado de todas las Iglesias.
La debilidad de san Pablo
Por lo que hemos ya compartido de la
carta, más lo que dice 11,30-33: Si hay
que gloriarse de algo, yo me gloriaré de mi debilidad. Dios, el Padre del Señor
Jesús –bendito sea eternamente– sabe que no miento. En Damasco, el etnarca del
rey Aretas hizo custodiar la ciudad para apoderarse de mí, y tuvieron que
bajarme por una ventana de la muralla, metido en una canasta: así escapé de sus
manos. Todo esto abona el sostener que se trata de una debilidad social,
relacional, eclesial. Es lo que decíamos al principio: Pablo se encuentra ante
un conflicto interior ¿cómo puede dar el máximo para la Obra de Dios y ante
tantas adversidades seguir el camino humilde y manso de Jesucristo?
Por eso, la mirada interior es hacia
ser cada día más como Cristo: porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte. Sin duda, se trata de una actitud
interior de encuentro con Jesucristo, ya que sus expresiones siguen siendo
fuertes, a lo san Pablo, porque su debilidad jamás es disculpa para la cobardía,
la irresponsabilidad y la chatura.
Tres veces clama, es simbólico, muchas,
muchas veces clama a Dios que se aleje de él ese mensajero de Satanás, todo ese
conjunto de adversidades, y recibe como respuesta: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». San
Pablo sabe que a nadie en su sano juicio le gusta la debilidad, sería un
masoquista, sino que la debilidad resulta inevitable en sus luchas
ministeriales pero a su vez, esta debilidad trae el poder de Cristo que habita
en quienes se han jugado por Dios con toda la vida.
Si queremos resistir e incluso superar
las adversidades miremos los ejemplos de cristianos con el "fuego
sagrado" como p.e. san Pablo, la Madre Teresa de Calcuta, san Alberto
Hurtado, don Alberione, fray Gabriel Nápole y tantos otros para quienes la
palabra "indolencia" no existía en sus diccionarios. Seamos responsables,
creativos, valientes, estudiosos, laburantes, creíbles, seamos un poquito,
aunque sea un poquito... como san Pablo.
Prof. Mauricio Shara
¡Es tan difícil parecerse ni tan siquiera un poquito a San Pablo! Tanta humildad apabulla. Ojalá Dios me regalara un poco. Muy buena la Reflexión Mauricio. Realmente y aunque sea reiterativo nos hace reflexionar. Te felicito. Elsa
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