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martes, 23 de junio de 2015

Reflexión sobre II Corintios 12,7-10: El aguijón en la carne de Pablo


7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere. 8 Tres veces pedí al Señor que me librara, 9 pero él me respondió: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo. 10 Por eso, me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor de Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (II Corintios 12,7-10)



Introducción

La II carta a los corintios tiene los mismos destinatarios de la I carta y se escribió un poco después de ella, es decir, que podemos datarla después del 54 d.C.

El Apóstol describe de manera realista la vida de esa comunidad cristiana. Además, se siente absorbido por la persona de Jesucristo, pero se encuentra ante un conflicto interior ¿cómo puede dar el máximo para la Obra de Dios y ante tantas adversidades seguir el camino humilde y manso de Jesucristo? También, la carta nos muestra la extraordinaria capacidad de san Pablo para transmitir la Palabra de Dios en su tiempo, jamás se sirve de la política para lograr llegar al hombre concreto y su estrategia es simplemente ser cada día más de Cristo.

Comienza como una carta de reconciliación, luego nos habla sobre la colecta a favor de la comunidad de Jerusalén, finalmente emprende una larga defensa de su ministerio. Pablo se ve a sí mismo como un apóstol muy dotado por el Señor y muy dinámico a favor de la evangelización, esto lo expresa con sendos argumentos:

1) Que dice sólo la verdad.
2) Que no se gloría en sus méritos (como hacen las chapuceras "momias parlanchinas" en este tiempo) sino en la Obra de la gracia de Dios.       
3) Que su "gloriarse" era necesario por la confusión creada por sus adversarios.

Esta sección (12,7-10) se encuentra dentro de la apología de san Pablo (11,16-12,10) que incluye las revelaciones privadas porque la comunidad de Corinto estaba compuesta por creyentes carismáticos que habían desgastado la cuestión de las visiones subjetivas abusando continuamente de estas cosas para "hacerse un nombre".


¿Quiénes son los adversarios del Apóstol?

Lo dice él mismo en 11,13-15: Estos son falsos apóstoles, que proceden engañosamente, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo. Su táctica no debe sorprendernos, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es de extrañar, entonces, que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia. Pero su fin será digno de sus obras.

Entonces, son falsos apóstoles que sirven a Satanás, aunque creen estar haciendo grandes cosas para Dios y se disfrazan de servidores de justicia. Siempre es negativo disfrazar los vicios de virtudes p.e. cuando se disfraza la cobardía de humildad o la chapucería de servicio voluntario. Lamentablemente, hay muchos que hablan todo el tiempo de amor pero no aman a nadie más que a ellos mismos y disfrazan su soberbia de humildad porque lo que hacen no tiene la calidad que Jesucristo espera de nosotros. Resulta una experiencia nefasta ponerse a escuchar a estos falsos apóstoles, a estos comunicadores de sus propias experiencias imaginativas, de sus creativos relatos de grandezas pseudo-patriarcales. Recordemos que lo que hacemos en la Iglesia lo hacemos para Él en primer lugar.


El aguijón en la carne

Existen casi 200 hipótesis distintas sobre el aguijón en la carne de Pablo. Básicamente, podrían ser dos posibilidades: una "enfermedad" o sus adversarios, en cualquier caso hablamos siempre de adversidades internas o externas.

La carta, además, en 11,23-28 nos da un detalle de las grandes adversidades que debió resistir y superar el Apóstol por su gran responsabilidad. San Pablo no era un chapucero que hacía las cosas de manera displicente y eso le acarreaba una ralea de desgraciados enemigos:  ¿Son ministros de Cristo? Vuelvo a hablar como un necio: yo lo soy más que ellos. Mucho más por los trabajos, mucho más por las veces que estuve prisionero, muchísimo más por los golpes que recibí. Con frecuencia estuve al borde de la muerte, cinco veces fui azotado por los judíos con los treinta y nueve golpes, tres veces fui flagelado, una vez fui apedreado, tres veces naufragué, y pasé un día y una noche en medio del mar. En mis innumerables viajes, pasé peligros en los ríos, peligros de asaltantes, peligros de parte de mis compatriotas, peligros de parte de los extranjeros, peligros en la ciudad, peligros en lugares despoblados, peligros en el mar, peligros de parte de los falsos hermanos, cansancio y hastío, muchas noches en vela, hambre y sed, frecuentes ayunos, frío y desnudez. Y dejando de lado otras cosas, está mi preocupación cotidiana: el cuidado de todas las Iglesias.


La debilidad de san Pablo

Por lo que hemos ya compartido de la carta, más lo que dice 11,30-33: Si hay que gloriarse de algo, yo me gloriaré de mi debilidad. Dios, el Padre del Señor Jesús –bendito sea eternamente– sabe que no miento. En Damasco, el etnarca del rey Aretas hizo custodiar la ciudad para apoderarse de mí, y tuvieron que bajarme por una ventana de la muralla, metido en una canasta: así escapé de sus manos. Todo esto abona el sostener que se trata de una debilidad social, relacional, eclesial. Es lo que decíamos al principio: Pablo se encuentra ante un conflicto interior ¿cómo puede dar el máximo para la Obra de Dios y ante tantas adversidades seguir el camino humilde y manso de Jesucristo?

Por eso, la mirada interior es hacia ser cada día más como Cristo: porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. Sin duda, se trata de una actitud interior de encuentro con Jesucristo, ya que sus expresiones siguen siendo fuertes, a lo san Pablo, porque su debilidad jamás es disculpa para la cobardía, la irresponsabilidad y la chatura.

Tres veces clama, es simbólico, muchas, muchas veces clama a Dios que se aleje de él ese mensajero de Satanás, todo ese conjunto de adversidades, y recibe como respuesta: «Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad». San Pablo sabe que a nadie en su sano juicio le gusta la debilidad, sería un masoquista, sino que la debilidad resulta inevitable en sus luchas ministeriales pero a su vez, esta debilidad trae el poder de Cristo que habita en quienes se han jugado por Dios con toda la vida.

Si queremos resistir e incluso superar las adversidades miremos los ejemplos de cristianos con el "fuego sagrado" como p.e. san Pablo, la Madre Teresa de Calcuta, san Alberto Hurtado, don Alberione, fray Gabriel Nápole y tantos otros para quienes la palabra "indolencia" no existía en sus diccionarios. Seamos responsables, creativos, valientes, estudiosos, laburantes, creíbles, seamos un poquito, aunque sea un poquito... como san Pablo.



Prof. Mauricio Shara 

1 comentario:

  1. ¡Es tan difícil parecerse ni tan siquiera un poquito a San Pablo! Tanta humildad apabulla. Ojalá Dios me regalara un poco. Muy buena la Reflexión Mauricio. Realmente y aunque sea reiterativo nos hace reflexionar. Te felicito. Elsa

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