Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no
tenían más que un pan en la barca (Marcos 8, 14).
Este precioso versículo del Evangelio marcano se encuentra
en el contexto de la segunda multiplicación de los panes (8,1-9), la solicitud
de una señal por parte de los fariseos (8,11-13), el pan en la barca y la
incomprensión de los discípulos (8,14-21), la curación del ciego de Betsaida
(8,22-26), la confesión de Pedro (8,27-33) y el llamado de Jesús al seguimiento
de la cruz (8, 34-38). Es decir, todo el capítulo 8 que sería provechoso leer
completo para comprender mejor esta humilde reflexión.
Luego de leer todo el capítulo, siguiendo
la división temática propuesta volvemos a leer la perícopa de los vv. 14-21:
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no
tenían más que un pan en la barca. Jesús les hacía esta recomendación:
«Estén
atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes».
Ellos discutían entre sí, porque no habían traído pan. Jesús se dio cuenta y
les dijo: «¿A qué viene esa discusión porque no tienen pan? ¿Todavía no
comprenden ni entienden? Ustedes tienen la mente enceguecida. Tienen ojos y no
ven, oídos y no oyen. ¿No recuerdan cuántas canastas llenas de sobras recogieron,
cuando repartí cinco panes entre cinco mil personas?». Ellos le respondieron:
«Doce». «Y cuando repartí siete panes entre cuatro mil personas, ¿cuántas
canastas llenas de trozos recogieron?». Ellos le respondieron: «Siete».
Entonces Jesús les dijo: «¿Todavía no comprenden?».
En esta oportunidad haremos una aproximación filosófica que
respete el texto y nos permita actualizarlo, porque el hombre es naturalmente
filósofo (cf. Juan Pablo II, Fides et Ratio 64). Si realizáramos una
interpretación sólo existencialista de este pasaje deberíamos concentrarnos en
las vicisitudes, carencias y problemática de los discípulos de Jesús, es decir,
los “existencismos” del flujo vital de la situación que nos plantea Marcos, la
inmanencia propiamente humana de los discípulos que se encuentran con un Jesús
que los provoca a ir por más de lo puramente existencial, pero que no logra
hacerlos comprender sobre quién es Él sólo desde las vivencias compartidas. Por
tanto no lograríamos comprender perfectamente el capítulo 8 sólo desde una
visión existencial.
Podríamos reducir al máximo nuestro universo bíblico y
quedarnos sólo con el v. 14: Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no
tenían más que un pan en la barca y aún así tendríamos lo
existencial, la vivencia humana (todo el v. 14) y también lo esencial, lo
necesario: no
tenían más que un pan en la barca. Porque lo esencial participa de
lo existencial, lo trasciende, aunque al igual que los discípulos en el
Evangelio de Marcos no lo veamos.
Así, hoy podríamos reunirnos para hablar de todos nuestros
flujos vivenciales: afectos, economía, salud, trabajo, ataraxia, etc. Y
podríamos hacerlo en un marco religioso. Y podríamos participar de la
multiplicación eucarística (vv. 1-9) como cierre maravillosos de nuestro
encuentro. Pero aún así podríamos no reconocer lo esencial, lo necesario.
Entonces ¿pediremos a Dios una señal? algo espectacular, emocionante, tentando
al Todopoderoso con nuestro pensamiento mágico (vv. 10-13). Y seguiremos
discutiendo entre nosotros sobre nuestras carencias, quejándonos cotidianamente
por nuestra existencia (vv. 14-21). ¿Seremos como el ciego de Betsaida? ¡Ojalá!
Así tendremos un paso progresivo hacia reconocer lo esencial, lo necesario,
hasta recibir la plenitud de la visión que trasciende nuestra existencia (vv.
22-26). ¿Confesaremos que Jesús es nuestro Salvador personal? pero pasaremos la
vida repitiendo y aplicando, sin entender, versículos bíblicos de memoria como
un compact disc en relación a todas nuestras necesidades existenciales. Un
Mesías de acuerdo a nuestros propios flujos vivenciales traería una sola
respuesta de Jesús: ¡… detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son
los de Dios, sino los de los hombres! Porque nuestros pensamientos
no superan a nuestros dramáticos “existencismos” (vv. 27-33). Jesús nos llama a
un seguimiento completo, a renunciar a nosotros mismos y tomar la cruz. Pero
¿qué significa renunciar a uno mismo? ¿no ser quien es cada quien? o
¿trascender los propios flujos vitales? (vv. 34-38).
Los discípulos se habían olvidado de llevar pan y no
tenían más que un pan en la barca. Lo esencial participa de lo
existencial, lo trasciende, aunque al igual que los discípulos en el Evangelio
de Marcos no lo veamos. Así también hoy la Iglesia no debe caer en la gran
tentación de perder su esencia en la existencia, ambas cosas son importantes.
Porque el pan en la barca es el símbolo de lo imprescindible y de todos los
alimentos para el mundo antiguo del Cercano Oriente. Es el Pan con mayúsculas,
ayer y hoy, ese Pan es Jesucristo. Y con Él se hace todo en la Iglesia y sin
Él, verdaderamente, no se hace nada ¿Todavía no lo comprendemos? (PCD).
Mauricio Shara
"Sólo un pan en
la barca. Esencia y existencia", Editorial, Prensa Cristiana Digital
42 (2011) 2
COMO ES POSIBLE QUE USTEDES INVOLUCREN A LA FILOSOFIA EN LA PALABRA DE DIOS. SU ESTUDIO "BÍBLICO" CARECE DE SENTIDO TEOLÓGICO
ResponderBorrarMe parece una reflexión brillante sobre la Palabra de Dios que está llena de sentido teológico: el único pan en la barca es Jesús. Oye Cetina no seamos tan fundamentalistas con la Biblia, no es necesario ser un retrógrado para leerla con sentido. La Iglesia acepta una variedad de métodos de interpretación, casi el único que rechaza es el feo fundamentalismo ¡Ay que feo que es!
ResponderBorrarBrillante exposicion Mauricio y reflexion sobre la vivencia humana....!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderBorrarETELVINA